jueves, diciembre 19, 2013

Y llegó el debate sobre el aumento a la gasolina


Los últimos meses del año han estado increíblemente movidos por aquí, luego del letargo que dejaron ciertos acontecimientos del primer trimestre. Esto (junto con otros compromisos académicos y personales) quizá ha explicado mi alejamiento de este espacio. Una vez más, mil disculpas.

Aporvecharé lo poco que me queda del año, por una parte, para comentar varios "acontemientos en pleno desarrollo", otro ya ocurridos, pero que siguen esparciendo sus consecuencias en el presente y posiblemente en el futuro, además de algo de las perspectivas económicas que asoman para el próximo año.

En primer lugar me referiré a un tema que está empezando a colocarse decisivamente en el tapete: el precio de la gasolina. Algo ya hemos dicho previamente al respecto, incluso, reseñando la extraordinaria experiencia iraní, de la mano del Fondo Monetario Internacional, que ha dado resultados increíbles, muchos de ellos en virtud de la Ley de Consecuencias no intencionadas.

En efecto, llama mucho la atención que, a pesar de los dicutidos resultados electorales presidenciales del pasado mes de abril, en el que la oposición venezolana dió la sorpresa de lograr un escasísimo margen de diferencia con respecto al oficialismo (que ha gobernado ininterrumpidamente en el país durante 15 años), nada menos que el Vicepresidente de la República haya llamado la atención acerca de la necesidad de un debate nacional acerca del subsidio al combustible en Venezuela (con el precio más bajo del mundo), para luego ser secundado por el todopoderoso Ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez y hasta por el mismo Presidente de la República, Nicolás Maduro (como ocurrió el pasado miércoles 18 de diciembre, durante el histórico diálogo con jefes de gobiernos locales de la oposición, que es otro tema).

Las declaraciones oficiales hacen hincapié en el hecho de los ingentes márgenes de pérdida que supone distribuir el combustible a un precio muy por debajo de la producción, incluso llegando a aseverar que el Gobierno paga a los consumidores para que usen la gasolina. También, en un lenguaje que hasta ahora se había usado muy poco en alocuciones públicas, se ha hecho mano de conceptos tales como eficiencia, incentivos y otros por el estilo, lo que supone una verdadera sorpresa para quien se interesa en los temas económicos en el país de la antieconomía (stercum diavolum gratia, diría Juan Pablo Pérez Alfonzo, el fundador venezolano de la OPEP). Veamos aquí un gráfico comparativo de precios con otros países productores de petróleo:


Ahora, ¿qué se esconde detrás de ese llamado a debate? ¿Quiere decir que el estado de la economía ha llegado a un nivel tan bajo que una de las banderas del Gobierno durante los catorce años de "revolución" está comenzando a verse abandonada? En todo caso, consideramos (como no puede ser de otra manera) que el llamado es absolutamente POSITIVO. Eso sí, el debate debe darse en todas las instancias: públicas y privadas, en todos los estratos sociales y con la participación de todos los factores políticos, como ya han tenido oportunidad de expresar los representantes de la cúpula empresarial del país, FEDECÁMARAS. Se trata de un paso realmente trascendental que debe tratarse con altura por todos los interesados (es decir, cada uno de los habitantes del país). En este sentido, a pesar de las denuncias de "paquetazo económico" efectuadas por la oposición (otro de los grandes temas de actualidad), creo que estos dirigentes no deben cerrarse, negarse o cegarse per se a este debate, como ya ha asomado uno de los más conspicuos y, paradójicamente, dañino de sus voceros, como Julio Borges. La estrategia del diputado de Primero Justicia (""Dejen de regalar la gasolina, en lugar de aumentar la gasolina") es, "para variar", la más errada para enfrentar el reto de explicarle a los venezolanos la necesidad de esta medida, cuando justamente lo contrario es lo recomendable: atender al llamdo y debatirlo racionalmente, como se ha hecho en la positiva jornada del miércoles, entre gobernantes municipales de oposición y Presidente de la República.

¿Existe argumento para oponerse a la medida? Por poco no. Casi todo milita a favor de ella: la racionalidad económica, el equilibrio presupuestario, la erradicación de (parte de) las distorsiones económicas existentes actualmente...

Sin embargo, hay una reflexión de contenido fundamentalmente MORAL y POLÍTICO que debe hacerse ante los venezolanos, y va en el siguiente sentido: ¿es justo que los venezolanos asuman absoluta y exclusivamente la carga del aumento del combustible, mientras que se mantiene el subsidio a los países extranjeros? Es decir, ¿la alternativa es en realidad "sacrificio para nosotros y solidaridad para los otros"? ¿O bien puede existir un equilibrio entre las necesidades internas de disminuir las distorisiones generadas por el subsidio irracional existente y los precios preferenciales de venta a los países hermanos del continente?

Este dilema asomó en la conversación entre el Alcalde Ocariz, del Municipio Sucre y el Presidente Maduro, el pasado miércoles. Por una parte, el dirigente opositor cuestionando el subisdio de petróleo a Estados extranjeros y, por la otra, el Presidente esgrimiendo argumentos humanitarios y de solidaridad con otros pueblos del continente, siendo ambas posiciones, a mi modo de ver, totalmente válidas. En la medida en que se ponderen todos los intereses en juego y que la decisión final resulte en beneficio (o al menos no en un sacrificio) de la ciudadanía, del bolsillo del pueblo, se medirá el éxito del debate y la medida que finalmente se tome con respecto al precio de la gasolina. El presidente asomó algunos aspectos que revelan que se está tomando el tema en serio, hablando en términos de gradualidad (2 ó 3 años), así como las experiencias de otros lugares (asumo que se refería a la iraní), entre otros aspectos.

En la medida en que se asuma con sentido común ese dilema y el camino para darle solución radica la clave. La oposición tienen, en ese sentido, una oportunidad de oro para demostrar que sus intenciones trascienden los intereses meramente electoralistas y van más allá de un simple cambio de Gobierno en el país, la sustitución de un "régimen" por otro.