lunes, febrero 24, 2014

Reflexiones gerenciales de un caraqueño (III)

Continuamos con la tercera entrega de las reflexiones de Enrique Tejera París, publicadas, como se ha indicado en las primeras dos oportunidades (aquí la primera y la segunda), en un Libro Homenaje al historiador venezolano Guillermo Morón, publicado por la Academia Nacional de la Historia en 1996:

LAS (POSIBLES) SOLUCIONES A LA CRISIS DE PAÍS. 
APORTES A LA DISCUSIÓN

A) La educación masiva a través de medios de comunicación
"Hace años trajeron a Caracas a un experto en tráfico de no recuerdo qué ciudad de los Estados Unidos y, por supuesto, lo llevaron a un programa de televisión para ser interrogado por un grupo de esos periodistas y caraqueños vergonzantes... Alguien le preguntó qué solución daría a la indisciplina de peatones y motociclistas al cruzar las esquinas y el experto contestó en su idioma, con toda naturalidad: 'Education, education'. Allí se armó la barhúnda polidenigratoria: 'No ves que somos un pueblo de maleducados!', chilló una; 'No tenemos remedio, somos venezolanos', sentenció gravemente el omnipresente intelectual caraqueño... '¿Qué pasa, qué dicen? preguntó [el musiú] a la traductora y ésta trató de explicarle en un minuto la sociología venezolana. 'Pero lo que yo quiero decir es que, aquí o en Nueva York, eso se cura con una campaña educativa, más nada!'... Basta repetir y repetir, explicar y convencer, en la escuela, por radio y televisión, con multas, pero periódicamente, sistemáticamente...' No tradujeron esto y el programa terminó... sólo dejando por sentado que 'el venezolano' es maleducado cual ninguno.
Pocos años después mi amigo Renny Ottolina, al que recordé ese episodio, hizo una campaña educativa por televisión para que los automovilistas, al detenerse en las esquinas, dejaran libres los pasajes de los peatones. Aquel formidable agitador que era Ottolina logró rápidamente su objetivo educacional. Una vez más se demostró que la educación sirve para algo. Pero, para que sirva debe ser perpetuamente repetitiva y debe tener metas claras y precisas. Es perfectamente posible cambiar una cultura mediante cualquier sistema educativo, aunque no sellame así, como la televisión.
Renny Ottolina es un ejemplo exitoso de cómo los medios de comunicación pueden educar a la vez que entretener con campañas de formación ciudadana. Sus consejos en TV aún son recordados por los venezolanos.
No puede hablarse de la televisión sin considerar su simpar efecto cultural. Es el instrumento audiovisual más eficaz; copiute con el sistema educativo nacional por la atención que le prestan y por el número de horas que domina la vida de niños y adultos. Además es muy eficaz del punto de vista económico, pues mientras el sistema educativo  tiene que usar más de medio millón de talentos -de maestros- para enseñar a millones de niños, la televisión puede alcanzar diariamente a veinte millones de personas utilizando unos pocos centenares de talentos muy bien estimulados monetariamente...

Tendrán que estudiar nuestra autodenigración los psiquiatras, los historiadores y los sociólogos y sólo puedo atreverme a tomarla, junto con el incumplimiento, como ejemplo de metas de enseñanza para ser eliminadas de nuestro modo de ser.

Eliminar es, en efecto, la palabra adecuada y ya la usó, -si mal no recuerdo- nuestro Ministerio de Instrucción Pública a principios de siglo, cuando publicó un folleto para eliminar palabras y pronunciaciones mal usadas en Venezuela. Otro esfuerzo parecido hicieron para implantar el sistema métrico decimal. Ambas campañas lograron su objetivo, a pesar de lo escuálido que era el sistema educativo, pero también gracias a la excelente formación que tenían los maestros y maestras...

Las culturas (o las inculturas) son más fáciles de cambiar que lo que se piensa. En 1936 el gobierno del General Eleazar López Contreas eliminó la gravísima devastación que producía cocinar con leña o carbón vegetal, mediante una combinación de campaña educativa, ás kerosene y cocinillas baratas... Y la propaganda mercantil, ¿acaso no logra sus objetivos? Si la misma metodología educativa se hubiera continuado y desarrollado, o esfuerzos similares se hubieran multiplicado, sería aún más extraordinario el resultado que se pudiera haber logrado".

B) La enseñanza de la historia
"Al comienzo [de estas líneas, ver aquí] me preguntaba: ¿Qué tuvimos en común los de la generación de la democracia, aparte de la escuela básica? Los más viejos fuimos formado durante una dictadura y lo único que se permitía enseñar de constructivo en materia social durante la época de '[Unión], Paz y Trabajo' aparte de religión, era Historia Patria... La producción de textos escolares de historia debe ser un moralizante recuento de acontecimientos y de que su docencia debe dirigirse a formar espíritus a la vez críticos de los errores pasados y conscientes de los objetivos nacionales. La historia de Venezuela es la de una lucha constante -pero accidentada- por la igualdad, la democracia y el orden. Cómo desbrozar el camino para continuar este progreso y para inspirar la seguridad de lograrlo, es lo que debe quedar de esta enseñanza. Y recordemos: Debemos ser amenos, pues si la historia no echa el cuento, el estudiante cierra el libro".
Aunque se critican los excesos y la represión durante el régimen de Juan Vicente Gómez (cuyo lema era "Unión, Paz y Trabajo", en esa época se le otorgaba una gran importancia la historia en la educación.

C) Los objetivos de la educación, las vocaciones, la calidad y excelencia educativas
"La escuela básica abre el camino de la igualdad de oportunidades, pero éstas no pueden realizarse bien sin la determinación y desarrollo de las vocaciones...

No hay sustituto de la calidad, vocación y competencia y éstas deben estimularse y premiarse por ser el más fuerte pilar de la igualdad y el más eficaz freno a la frustración; de otro modo, como en las sociedades primitivas, las diferencias pueden reaparecer con otra cara y convertirse en pretensiones hereditarias de razas o de castas, o cualquier otra que se imponga a fuerza de poder... La historia recordará, por ejemplo, que los genocidios se han producido tanto en los pueblos cultos como en los más atrasados, todo sin que la sociología o la psicología hayan dado una explicación satisfactoria. Lo único que puede hacerse es no olvidar y evitar la recurrencia.

De nuevo cabe también recordar episodios del pasado reciente. Recibieron en el Instituto Pedagógico a la vice Ministra de Educación de la Unión Soviética y cuando ésta describió el sistema de selección por méritos -muy europeo- mediante el cual van despejándose los alumnos que llegarían a las diversas escuelas superiores, algunos oyentes la acusaron de elitesca. No era mujer de dejarse vencer con argumentos que al parecer emergían de las cercanías de su campo político; 'No puede devolverse el Poder a los mediocres!' contestó.

Nuestra propia Carta Fundamental marca camino a la sociedad venezolana. Por un lado señala el propósito de que cada ciudadano pueda suvenir a sus necesidades; y por el otro marca el modo de lograrlo: Exigir de cada quien según sus posibilidades, declarando que el trabajo es a la vez un derecho y un deber y haciendo obligatoria la educación.

La pirámide social también debe achatarse, lo mismo que la pirámide administrativa. Mientras más cerca estén la base y la cúspide, más tranquilidad social existe. Por esto es tan importante fortalecer el gran igualador que son la educación y el cultivo de las vocaciones, que además contribuyen a optimizar y humanizar el trabajo.

Sin objetivos claros se dispersan las fuerzas y se pierde el tiempo. Sin embargo el quehacer sin propósito es un espectáculo creciente en todas partes. Contra esto ha de luchar un sistema educativo capaz de identificar problemas y defectos, resuelto a eliminarlos uno a uno mediante un esfuerzo incesante y repetitivo.

Naciones Unidas, Nueva York, 14-12-1995".

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