jueves, enero 23, 2014

Reflexiones gerenciales de un caraqueño

Enrique Tejera París es un reconocido abogado, economista y profesor universitario de varias generaciones de profesionales en ambas carreras, además de político (ejerció la Gobernación del estado Sucre durante la segunda Presidencia de Rómulo Betancourt y fue elegido Senador), nacido en la caraqueñísima parroquia de La Pastora. Tiene entre los más resaltantes méritos de su hoja de vida el ser uno de los fundadores de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela y la creación de la hoy extinta Oficina Central de Planificación (CORDIPLAN, convertida hoy en el tristemente célebre Ministerio del Poder Popular para la Planificación, encabezado por el lúgubre Jorge Giordani). Además de eso, se ha desempeñado como Embajador de Venezuela ante los Estados Unidos y las Naciones Unidas, Director del Fondo Monetario Internacional, Ministro de Relaciones Exteriores y exitoso escritor de Memorias (comenzando por el primer volumen de ellas, "La Formación de un Caraqueño") y senador por el partido Acción Democrática (lo que evidencia que, a pesar de su brillante trayectoria, este buen caballero dista de ser perfecto).


En un "Libro de Amigos" publicado en homenaje al historiador venezolano Guillermo Morón en 1996, Tejera París, muy conocido por su estilo afable y llano, reflexiona sobre la aguda crisis que padecía Venezuela para aquél momento (de la cual, creo, aún no nos hemos recuperado, porque sus síntomas son económicos y políticos, pero sus causas más profundas son culturales y morales), recordando cómo fue la evolución del país luego del fin del régimen de Juan Vicente Gómez y las tareas que tuvo que asumir esa generación para (re)construir al país y reparar las heridas abiertas tras 27 años de un gobierno agudamente represivo y extremadamente conservador.

En esas líneas, tituladas "Historia y Objetivos como Factores de Identidad", nuestro personaje parte del contraste entre esa influyente y activa generación (gran parte de ella forjada en la luchas estudiantiles de 1928) y la del momento en que desarrolla esa reflexión, es decir a mediados de la década de los 90, pero cuyo diagnóstico, contenido y conclusiones sigue, sorprendentemente, aún vigente, aunque hayan transcurrido casi dos décadas desde entonces.

Varios "defectos" identifica Tejera París en la sociedad venezolana, no en el sentido de taras imposibles de erradicar, sino de lastres que le impiden a nuestra sociedad superar el estado de crisis, con el fin expreso de superarlas a través de un proceso de autocnocimiento y educación colectivo. Entre tales "impedimentos", encontramos (1) la falta de autoestima, (2) la falta de puntualidad, (3) la falta de continuidad y (4) la falta de simplidad en las soluciones, o lo que es lo mismo, el exceso de complicaciones. Como remedio o terapia a tales padecimientos, nuestro buen hombre señala la única panacea capaz de solucionar nuestros problemas: la educación, específicamente aquella que tenga los siguientes caracteres: básica, continua, simple, vocacional, obligatoria, con una fuerte base histórica  y orientada a los más elevados valores y objetivos nacionales y sobre todo, al trabajo.

A partir de esta y en las próximas oportunidades, publicaré de la manera más condensada posible estas ideas, con algunos humildes comentarios propios, por cuanto me parece que resumen una valiosa experiencia no sólo al servicio de la nación, sino también que revela una noción saludable y plena de sentido común de la gestión, no sólo de los asuntos públicos (que interesan a toda la colectividad), sino también que es sumamente útil desde el punto de vista del interés particular. Comencemos pues, en esta entrada, a leer la interesante visión gerencial de Enrique Tejera París:

HISTORIA Y OBJETIVOS COMO FACTORES DE IDENTIDAD

La capacidad administrativa es un factor crítico del progreso de una nación. Implica imaginación, capacidad de promoción y gestión, destreza de las relaciones, todo lo cual ha demostrado tener Guillermo Morón... ejemplo de los muchos trabajadores de toda clase que, en poco más de cincuenta años, lograron la asombrosa transformación de Venezuela.

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He sostenido que los venezolanos nacidos durante el primer cuarto del siglo XX constituyen la cohorte de mayor influencia en el progreso de nuestro país. Dirán que ayudada por el ingreso petrolero. La generación de 1810 también surgió al amparo de la riqueza agrícola y produjo la Independencia...

Había... desde la dictadura de Gómez una unidad de criterio y objetivos en la educación, que se imponía mediante exámenes de todos los alumnos, juntados por orden alfabético los de las escuelas privadas con los de las escuelas públicas. Las 'tesis' estaban basadas en programas y 'sinopsis' uniformes y decretadas por el Gobierno. Y el aspecto más inspeccionado era el de la Historia, que sólo podían impartir los ciudadanos venezolanos... En realidad fue la 'Historia Patria' la que nos dio seguridad en nosotros mismos, y consolidó la identidad nacional. Al perder la enseñanza de historia patria su papel preponderante y uniformante, los venezolanos fueron perdiendo ese asidero y, con él, cohesión y estima...

Venezuela volvió a tener graves problemas precisamente en el auge de su renta petrolera, cuando una crisis por incompetencia y desenfado gubernativo fue sucedida por otra de deshonestidad bancaria, ya con protagonistas de la generación siguiente. En este momento en que sufrimos las consecuencias de esas crisis, es conveniente recordar algunas experiencias, -con errores o buenos éxitos- para que las próximas generaciones puedan aprovecharlas en lo que sirvan y dar un nuevo salto civilizador.
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Las generaciones son como los cometas: barren un firmamento político por corto tiempo y dejan atrás una cola cada vez más tenue. Aparecen de tiempo en tiempo próceres o personajes excepcionales, que liberan países, fundan movimientos políticos o triunfan en las crisis. A su alrededor se forman núcleos cohesionados que a medida que van desapareciendo, van dejando el carril de tierra floja por donde corren sus sucesores. Algunas veces los sucesores cimientan estos carriles y no resbalan ni retroceden; otras veces quedan atascados o desalentados por el cansancio... hay generaciones más exitosas que otras y de poco servirá aprender historia si no se le fuera a sacar partido comparando y entendiendo sus respectivas acciones u omisiones...

Nuestra generación [se refiere a la llamada Generación del 28] fue la de los 'toderos'. No lo digo en forma peyorativa. Había que hacer de todo porque había muy pocos para cubrir todos los frentes de la Venezuela que emergía desde 1936 y era posible hacerlo porque los problemas que enfrentábamos, aunque masivos, eran primarios. La generación que nos sigue ya es de especialistas, producto del inmenso esfuerzo educativo que coloca a Venezuela entre los países que encabezan las cifras de universitarios...

Hay que decir además que nuestras nuevas universidades, al copiar prematuramente algunos aspectos de universidades de países industrializados, hoy parecen formar más vocaciones de empleados que de empresarios, graduando ingenieros y administradores para que busquen empleo en alguna empresa y no para crearla, cuando Venezuela está precisamente urgida de forjar promotores y empresarios de industria...

En el fondo el fetichismo de ser 'doctor' ha privado al país de su habilidad manual nativa, al inhibir el interés por ir a escuelas vocacionales; la obesidad de nuestras universidades ha contribuido a reducir la musculatura creadora del país... A pesar de que ya el trabajo manual está en bastantes casos mejor remunerado que el intelectual y que los artesanos, industriales o comerciantes ganan más que muchos universitarios, la enseñanza y el aprendizaje técnico son desdeñados [algo parecido me comentaron durante un viaje por Argentina, respecto a lo difícil que es encontrar un buen plomero en una ciudad llena de abogados como Buenos Aires]. En los propios institutos de educación superior, hemos desbalanceado la producción de graduados, preparando a muchos de los mejores en carreras de escaso empleo en Venezuela; simplemente, un buen número preferirá irse a trabajar a los países cuya educación copiamos antes de tiempo... [Es decir, que el mismo sistema promueve la fuga del capital humano que forma].

No deberemos asustarnos porque Venezuela se globalice, pues esa es la tendencia mundial. No me asusta que a la larga haya algo de emigración, pues no hay país que escape de eso. Lo que me asusta es el desbalance laboral, social y moral que se está creando en Venezuela. No me asusta que Venezuela llegue a ser exportadora de talentos o de mano de obra no calificada... Todo esto lo padecen países muy prósperos y algunos hasta se financian con su emigración... Lo que sí debe preocuparnos es que esos movimientos se vuelvan puramente centrífugos de gente preparada que, desengañada, atice desde el exterior la subvaloración que hoy vuelve cenizas, lentamente y por debajo de la corteza, a la leña misma que sostiene a la nación.

Estas no son abstracciones, los venezolanos debemos confrontar y solucionar con urgencia nuestros problemas socioculturales y demográficos, dar vida al concepto de nacionalidad, asimilar a los inmigrantes, fortalecer nuestra estima e identidad y redirigir nuestro Sistema Educativo. Para esto convendrá identificar cada problema, cada defecto de nuestra cultura social y hacer campaña para erradicarlo. Es una necesidad de inmensa simplicidad. Y simples, directas y masivas deberán también ser las soluciones.

Para leer más de (y sobre) Enrique Tejera París, ver:

- Reseñas de los Tomos II ("Dos Golpes y una Transición"), III ("Gobierno en Mano") y IV ("Cuando Venezuela tenía Razón") de sus Memorias.

- Una (muy mala) crítica a las Memorias del jovial caballero.

- En el blog Enrique Tejera París está publicada la conferencia "La Constitución somos todos". Altamente recomendable su lectura.

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