domingo, abril 14, 2013

Elecciones en Venezuela: ¡A votar, a votar, a votar!

Mi mensaje hoy es claro: vota, vota, vota. Sea cual sea tu opinión, vota. Sea que gane (o pierda) el candidato de la opción que apoyas (o adversas), vota. En democracia, la opinión de todos es importante, así que vota. Un voto puede hacer la diferencia: puede legitimar o deslegitimar a un candidato, mientras que el no-voto (la abstención) deslegitima a la democracia misma, es decir, nuestro propio poder de participación y decisión en los asuntos públicos.

Si gana la opción o candidat@ que apoyas y por el (o la) que votaste, naturalmente te sentirás feliz por haber contribuido a la victoria. También por haber ejercido uno de los más preciados derechos ciudadanos que poseemos. Por lo tanto, vota.

Si la opción o candidato que apoyas no lo logra, será una oportunidad para que ejerzas tu entereza y tolerancia, para que aprendas y saborees el valor de la derrota (pues no siempre se las tiene todas consigo). La vida continúa, sigue tu camino: el mundo seguirá girando. Persevera, trabaja en tu proyecto, no desfallezcas: si ha de ser, será. Si no, tu opinión, tu disenso, tu crítica es importante. Así que tranquil@. Siéntete satisfech@, porque participaste y ejerciste uno de los más preciados derechos ciudadanos que tenemos. Por eso, vota.

Algo más: sin importar cual haya sido el resultado (hayas ganado o perdido), tu voto representa un número que siempre queda reflejado. Eso es importante, pues como ya te he dicho, el voto legitima tanto como deslegitima, es un cheque, un título de valor que se entrega (no necesariamente en blanco) en apoyo del discurso, plan, tendencia o color que te atrae, te convence, te ilusiona, te da esperanza. Te permitirá exigir respuestas, tanto si brindaste apoyo, como si no. Que te rindan cuentas. Por eso tu voto es importante, seas millones contra pocos, porque las mayorías son la que componen esa voluntad general que contruye -o derriba gobiernos- y que hace posible la renovación constante del pacto social; o seas parte de unos pocos frente a millones, pues así tienes el poder de afirmar tu particularidad, de expresar tus diferencias, de expresar orgullosa y respetuosamente que no estás de acuerdo con los demás, por tales y cuales razones: eso es hermoso, porque representa el poder inconmovible de una convicción, lo que tiene una importancia tremenda. Te reafirma como ser humano cuya dignidad, cuya individualidad, cuya diferencia debe ser respetada. Ten presente que cada vez las minorías son más tomadas en consideración. Es importante que los sepas, tanto si eres parte de ellas como si no, porque en las repúblicas democráticas, como la nuestra, la opinión de todos y cada uno de nosotros es importante para mantener y mejorar la salud del sistema. En consecuencia, vota.

Nuestros padres y abuelos lucharon y padecieron sacrificios por esto que hoy poseemos y estamos disfrutando: democracia representativa y participativa, a través del voto universal, directo, secreto. No todos pudieron disfrutarlo en su momento. Con seguridad, nuestros antepasados de más de tres generaciones (salvo escasas y muy afortunadas excepciones) no disfrutaron ese derecho: mujeres, personas sin educación ni bienes de fortuna, minorías (o mayorías, ¿quién sabe?) étnicas -indios, negros, mestizos, pardos...), cualquier pretexto existía para negar el acceso al ejercicio del voto. Hemos heredado un país, siempre pionero en América y el mundo, donde esas injusticias han sido, en mayor medida, superadas. No corramos nunca el peligro de perder eso. Votemos.

Hoy se cumplen 11 años del restablecimiento del hilo constitucional, luego de su breve ruptura como consecuencia del secuestro, por un grupo elitesco, ilegítimo, que no fue elegido para asumir la representación del pueblo, de la protesta ciudadana más grande que se haya registrado en la historia de Venezuela, hasta ahora no superada (11 de abril). Lo que sucedió el 12 de abril está divorciado de lo que había pasado el día anterior. Fue obra de sectores ajenos a la política, aunque siempre allegados al poder, que demostraron una ignorancia y un desprecio tal por nuestras instituciones y nuestra democracia, que ha tenido tristísimos antecedentes en nuestro país (el precursor fue la tristemente célebre "carujada" contra el gobierno civil -aunque militarmente tutelado- de Vargas). Quienes participaron o apoyaron tal aventura (o, más exactamente, desventura), tarde o temprano se habrán percatado de su error, cuyas consecuencias acarrean hoy día no sólo sus autores e instigadores, sino toda la oposición (tanto la democrática, como la que no lo es) y, peor aún, todo el país. El 12 de abril de 2002, un grupúsculo interesado, oligárquico, traicionó no sólo una hermosa protesta (inédita, masiva, alegre, que pudo haber cambiado la forma en que se venía haciendo política hasta entonces, que era la evidencia de una nueva correlación de las fuerzas en el país), sino que traicionaron las ilusiones de todos los venezolanos. Menos mal que muchos de ellos se fueron, ojalá para nunca más volver. Otros aprendieron. Arrepentidos del error, volvieron al carril constitucional. Todos aprendimos la lección: la única vía es la democracia. De allí la importancia de nuestro voto, hoy, para conjurar esos peligros.

Repito, para concluir, mi claro mensaje: vota. Espero que estas reflexiones hayan servido para convencerte, para animarte, si estás indecis@, o para ayudar a convencer a otros que lo están. Amiga, amigo: por la democracia, por nuestro país, por tu familia, por tus amigos, por tus padres, por tus hijos, por la persona que ames, pero sobre todo, por tí mism@: vota, vota, vota.