lunes, febrero 13, 2012

Historias de éxito: BMW y los Quandt

1. BMW: ¿Quienes son los Quandt?

Por: Eva Usi (Deutsche Welle)

Cuatro generaciones impulsaron el ascenso de la familia Quandt hasta convertirse en el clan más poderoso de Alemania. Fabricaron uniformes al ejército imperial, armamento a los nazis y ahora son los accionistas de BMW


Con una mezcla de talento empresarial, tradición familiar y cálculo político, la familia Quandt construyó el imperio empresarial alemán más poderoso del siglo XX. Ocho miembros del clan figuran en la lista de las 100 personalidades más acaudaladas del país. Entre los componentes más conocidos del imperio se encuentran el grupo automotriz BMW y la fábrica de pilas y baterías Varta, pero la familia Quandt también es propietaria del consorcio farmacéutico Altana, de compañías administradoras de fondos de inversión, cuenta con participaciones en numerosas empresas así como una impresionante cartera de propiedades en bienes raíces.

Emigrantes holandeses

De origen holandés y credo calvinista, esta familia fabricante de sogas para barcos que emigró a Alemania en 1700, tiene una biografía que refleja en pequeña escala, la historia alemana desde el siglo XIX. Los fundamentos del multimillonario patrimonio familiar, estimado actualmente en unos 22.000 millones de euros, se remontan al año de 1883 cuando Emil Quandt fundó una fábrica textil en Pritzwalk, una pequeña localidad en Brandenburgo, no muy lejos de Berlín.

En 1890 el afanoso empresario ya tenía un contrato exclusivo como proveedor de tela para confeccionar los uniformes del ejército imperial. Su hijo Günther Quandt, nacido en 1881, pronto sucedió a su enfermo padre al frente del negocio.

Günther Quandt

Tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, Günther Quandt fue nombrado director de la empresa estatal “Reichswolle AG”, principal proveedor de textiles del ejército imperial. En 1921 se casó con María Magdalena (Magda) Behrendt. De la unión nació Harald, quien tras el divorcio de sus padres en 1929, creció bajo tutela paterna.

Durante los años de entreguerras, Günther Quandt, colocó los cimientos que transformarían la empresa familiar en un moderno grupo textil: adquirió plantas eléctricas y compró la mayoría de las acciones de la fábrica de acumuladores AG AFA. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, esos acumuladores fueron utilizados para la construcción de motores de submarinos de guerra, mientras que la fábrica textil proveía al ejército nazi de cobijas y otras de las empresas familiares fabricaban armas y municiones para la maquinaria bélica (...)

Tras la capitulación de Hitler y el proceso de desnazificación, Günther Quandt fue condenado como colaborador del nacionalsocialismo, pero pese a ello, con el paso de los años se volvió a levantar. Con el inicio del milagro económico alemán, Günther Quandt recuperó su posición como reconocido empresario y cuando murió repentinamente en diciembre de 1954 durante un viaje en El Cairo, dejó a sus hijos Herbert, y al medio hermano de éste, Harald, un imperio consistente de unas 200 empresas, entre ellas la fábrica de baterías Varta, el consorcio petroquímico Wintershall, el consorcio textil, Stohr, así como un paquete de acciones del grupo automotriz Daimler Benz.

La herencia se divide en dos

Los dos herederos administraron la herencia conjuntamente, pero les fueron delegadas responsabilidades por separado. Mientras que Harald Quandt se ocupó de las actividades del consorcio fabricante de máquinas industriales, Herbert Quandt se hizo cargo de Varta, y de la participación en las empresas automotrices Daimler Benz y BMW. Éste último, la fábrica de motores bávara con sede en Múnich, se convertiría después en el mayor desafío de la familia y al mismo tiempo su mayor éxito empresarial.


2. BMW: el genio que transformó al grupo en imperio

Por: Eva Usi (Deutsche Welle)

Su vida estuvo marcada por un estigma familiar y una debilidad ocular que lo dejó prácticamente ciego. Herbert Quandt, salvó a BMW de la quiebra y la transformó en un imperio automotriz

Cuando tenía diez años de edad, Herbert Quandt tuvo que abandonar la escuela debido a una incipiente ceguera que apenas le permitía leer. En vez de las clases en colegio recibió una cuidadosa instrucción privada y posteriormente pasó un tiempo de aprendiz de administración y técnica en la fábrica de acumuladores de su padre. Después de varios años en el extranjero, Herbert volvió a la empresa paterna: en 1940 se convirtió en miembro de la mesa directiva y en 1954, con la muerte de su padre asumió la presidencia.

Estigma familiar

Herbert tenía un medio hermano: Harald, sobre el que pesaba un estigma familiar. Era hijo del matrimonio del patriarca de la familia Günther Quandt, con la única mujer a la que el nacionalsocialismo colgó una medalla de oro: de aquella que después se convertiría en la mujer de Josef Goebbels, Magda (...)

Herbert y Harald compartieron el trabajo para sacar adelante un negocio en que se mezclaban varios sectores industriales. Harald dirigió el negocio de construcción de maquinaria industrial, IWKA, mientras que Herbert se hizo cargo de la fábrica de baterías Varta, y de su participación en los consorcios automotrices Daimler Benz y BMW.

Desacreditada tras la guerra

Este último se convirtió en el desafío más grande de la familia Quandt, pero también en su mayor éxito. BMW, Bayerische Motoren Werke, según sus siglas en alemán, fue fundada en 1917 como fabricante de motores de aviones; su famoso logo blanqui-azul representa un propulsor de avión. Con su creciente éxito en 1920 expandió su actividad a la construcción de motocicletas y después a automóviles. Fue en este momento cuando Gunther Quandt, el padre de Herbert, compró una fuerte participación de BMW.

La Segunda Guerra Mundial dejó a la empresa desacreditada y prácticamente destruida. Los Quandt, fueron parte del círculo más allegado a Hitler. El patriarca Gunther Quandt fue su asesor económico y amasó una gran fortuna con la industria armamentística en la que se apoyó el Führer.
Después de la guerra y pese a la licencia para la construcción de automóviles, el consorcio severamente dañado, no se benefició como otros sectores industriales del llamado ‘milagro económico alemán. BMW se encontraba prácticamente en la bancarrota y su absorción por parte de Daimler Benz ya era un hecho prácticamente consumado. Sin embargo los planes de venta recibieron una firme oposición por parte de los trabajadores, sindicato y pequeños accionistas.

Olfato y arrojo empresarial

En 1959 y actuando en contra de toda recomendación bancaria, Herbert Quandt, jugó su patrimonio personal al decidir ampliar su participación en las acciones del consorcio hasta una tercera parte y posteriormente en un 50%. Un jugoso negocio como se comprobó después.

Con su dirección personal y el nombramiento de figuras claves al frente de la empresa, Herbert logró un rápido saneamiento pese a que el consorcio se encontraba al borde de la quiebra. En 1962 logró salir de los números rojos y sus ganancias fueron creciendo año con año.
Fueron años de gloria de no haber sido porque el audaz empresario se convirtió en foco de interés por parte de la opinión pública. Al igual que su padre, Herbert se replegó lejos de los curiosos ojos de extraños, una tradición familiar exacerbada por su dolencia visual que lo retrajo desde su niñez y lo dejó prácticamente ciego sus últimos días.

Reestructurando el imperio

En septiembre de 1967, murió su medio hermano, Harald Quandt a la edad de 45 años en un accidente aéreo. Herbert Quandt intentó cubrir el vacío reestructurando y distribuyendo nuevamente el patrimonio familiar. Él mismo se quedó con el 70% de las acciones de BMW, 65% de la participación en el consorcio eléctrico Varta y un 40% de las fábricas de maquinaria IWKA. La viuda de Harald, quien renunció a su participación en BMW y Varta, recibió 40% de la participación de IWKA y un 11% del capital accionario de Daimler Benz. En 1974, los Quandt vendieron su participación de Daimler Chrysler al gobierno de Kuwait. La viuda de Harald recibió 800 millones de dólares mientras que Herbert se quedó con 200 millones.

Durante los últimos años de su vida, Herbert reordenó el imperio familiar de tal manera que no hubiera riñas entre sus herederos tras su muerte. A la hija de su primer matrimonio, Sylvia, le dejó un patrimonio consistente en bienes raíces. A los hijos de su segundo matrimonio, Sonja, Sabina y Sven, les dejó la participación en Varta, mientras que a su tercera esposa, Johanna y sus hijos Susanne y Stefan, les dejó la participación completa de BMW y las participaciones restantes en otras empresas. Herbert Quandt murió a los 71 años en Kiel.


3. BMW: la viuda y sus herederos

Por: Eva Usi (Deutsche Welle)

De secretaria se convirtió en matriarca de una poderosa dinastía. El ascenso de Johanna Quandt hasta convertirse en principal accionista de BMW, fue fulminante. Su patrimonio es estimado en unos 16.400 millones de euros


Para cualquier secretaria representa un gran orgullo el convertirse en asistente personal de uno de los hombres de negocios más renombrados de la época. Pero a Johanna Bruhn el destino le deparaba una sorpresa aún mayor. Al poco tiempo, su jefe se enamoró de ella y le pidió su mano. El diario británico Sunday Times, especulaba como se habría sentido la joven Johanna de 30 años, cuando en 1960 se casó con Herbert Quandt y con ello ingresó a una de las familias de industriales más acaudaladas y de mayor tradición en Alemania. Johanna fue la tercera y última esposa del propietario del consorcio automotriz BMW. También la que heredó el paquete completo de las acciones del consorcio cuando murió su marido en 1982.

La sencillez es una virtud

La timidez ante la opinión pública es tradición familiar. Su esposo Herbert, aquejado por una dolencia visual que marcó su niñez y lo dejó casi ciego al final de sus días, evitó siempre los reflectores y las miradas curiosas de extraños. Su tercera mujer cultivó esta tendencia a la reclusión. Para ella, una vida privada y familiar sin perturbaciones es algo sagrado, mientras que la sencillez es una virtud.

Johanna Quandt se esfuerza por que los hijos comunes, Susanne, nacida en 1962 y su hermano cuatro años menor, Stefan, puedan seguir una vida normal. Pero esto cambia de golpe en 1978, cuando la policía evita en el último minuto, que madre e hija sean secuestradas. A partir de ese momento, guardaespaldas garantizan la seguridad familiar.

En 1982 Herbert Quandt muere repentinamente a la edad de 71 años. Deja a su esposa e hijos un imperio que ordenó minuciosamente durante sus últimos años de vida. Reestructuró el grupo Varta dejando únicamente la producción de baterías. El sector farmacéutico fue concentrado en la empresa Altana, mientras que el negocio de electricidad es reagrupado en el consorcio Ceag. La participación en la nueva Varta fue heredada a los hijos de su segundo matrimonio. Johanna, Susanne y Stefan se convierten en herederos de Ceag, Altana y BMW, así como el resto de su patrimonio.

La "inaccesible"

Hans Graf von der Goltz, apoderado general y amigo personal de Herbert Quandt, es encomendado con la vigilancia de las modalidades del testamento de Herbert y se convierte en el asesor más allegado a la viuda de Quandt. Con discreta voz pero decidida actuación a favor de los intereses de su difunto marido, él representa a la familia en los consejos de vigilancia del imperio Quandt. En 1988 concluye la ejecución del testamento a favor de Susanne y cuatro años después para Stefan Quandt.

Poco a poco Johanna Quandt se retira del mundo de negocios. En 1996 renuncia a su mandato en Altana, un año después en el consorcio BMW, en el cual la familia Quandt participaba con un 45% de las acciones.

Heredera del dogma

La reservada viuda ha sido una de las figuras más importantes y misteriosas del imperio automotriz BMW. También se ha convertido en heredera del dogma de todo clan: el ser tan inaccesible a la opinión pública como sea posible. Se pasa el tiempo en su residencia en Bad Homburg, un exclusivo suburbio de Fráncfort, protegida con altos setos, discreta y evitando toda ostentación de poder económico, como siempre le ha gustado vivir. No hay fotografías oficiales de ella, nunca ha dado una entrevista a un periodista, y sólo ocasionalmente se aventura a ir de compras pasando como incógnita. Se dice que incluso viaja en clase turista, utilizando algún seudónimo.

La familia Quandt ha mantenido tal hermetismo sobre su patrimonio, que sólo hasta 1995 se supo las dimensiones de su poder, cuando entró en vigor una nueva ley alemana sobre participaciones accionarias, obligando a la dinastía Quandt a revelar su participación en BMW. Entonces ella y sus herederos controlaban algo más del 60% de las acciones del consorcio automotriz.


4. BMW: los herederos del poderoso clan

Por: Eva Usi (Deutsche Welle)

Susanne Klatten es la mujer más rica de Alemania, con un patrimonio estimado en unos 7.500 millones de euros. Ella y su hermano Stefan Quandt son heredereros de la estirpe empresarial más poderosa del país

No se le ve en las fiestas del Jet Set, no tiene pasatiempos extravagantes ni se viste con costosos vestidos de diseñadores. Si todos los millonarios fueran tan resistentes al despilfarro, seguramente las revistas de sociedad no tendrían nada de que hablar. Se trata de la mujer más acaudalada de Alemania. Susanne Klatten, nacida en 1962, es propietaria de un 50% de las acciones del consorcio farmacéutico Altana y de un 12,5% de las acciones del consorcio automotriz BMW. Pese a que ocupa el tercer puesto entre los más ricos de Alemania, vive de manera discreta y alejada de la opinión pública. Le gusta jugar golf y esquiar en Austria. Se la ve de vez en cuando, con porte discreto y elegante, asistiendo a alguna cita oficial. Y lo que llama la atención en ella, son los tres hombres que la acompañan. Tienen aspecto de hombres de mundo, importantes y acostumbrados a tener la voz cantante. Pero estando Susanne Klatten presente, toda la atención se dirige a ella.

El poder tras bambalinas

Se trata de su grupo de asesores que la acompañan a todo evento oficial. No es el dinero de ella lo que motiva el afanoso tratamiento de ellos, sino el poder que ella controla. Susanne Klatten es la única mujer con poder en el masculinizado mundo automotriz. Ella y su hermano menor, Stefan Quandt, dirigen tras bambalinas la toma de decisiones en BMW, deciden quien ocupa que puesto. La dimisión de Bernd Pischetsrieder del puesto de presidente del consorcio fue un parteagüas en la historia de BMW, pues representa la emancipación de Susanne Klatten y su hermano Stefan Quandt. Desde entonces, ambos son las figuras fuertes del consorcio.

Stefan Quandt, de 38 años, es el soltero más codiciado de Alemania, vive en la casa paterna cerca de Fráncfort y por cierto se dice que es una persona sumamente amable y sencilla. Estudió ingeniería comercial y ha trabajado en Hong Kong y en Estados Unidos. Su patrimonio personal es estimado en unos 4.500 millones de euros.

Mientras que Stefan tiene fama de temperamental, Susanne es considerada una profesional competente y sumamente disciplinada. Su trayectoria profesional parece trazada con un objetivo: el convertirla en empresaria. Estudió administración de empresas en la Universidad de Buckingham e hizo post-grados en Suiza. Tras una estancia en Estados Unidos, trabajó como aprendiz en la planta de la sede de BMW en Múnich, bajo el seudónimo de Susanne Kant. Ahí conoció a su marido, Jan Klatten, con quien tiene tres hijos. El año pasado, la empresaria donó 2.800 millones de euros de su patrimonio personal para la fundación de una sociedad que a su vez fomenta la creación de nuevas empresas.

La reserva es tradición

Sus solícitos asesores se esfuerzan en mantener toda cuestión personal lejos de la opinión pública. Esta extrema reserva es justificada por el temor a que se convierta en blanco de algún acto criminal, pero el hermetismo hacia la prensa tiene tradición en la aristocrática familia. Su padre Herbert, quien padecía una dolencia en los ojos y murió casi ciego a principios de los 90, era aún más reservado. Y de su madre, Johanna Quandt, apenas si se conoce alguna fotografía. Su abuelo, Günther Quandt dió el impulso decisivo a la tradición empresarial de la familia y su padre Herbert fue el arquitecto que levantó a BMW de la bancarota en la que se encontraba el consorcio tras la Segunda Guerra Mundial.

Desde que Johanna Quandt comenzó a retirarse de los puestos de representación en el imperio familiar, a finales de los 90, ahora son sus hijos los que dan de que hablar. Igual que su padre, ambos entienden su papel de accionistas y como miembros de varios Consejos de Vigilancia. Desde ahí deciden sobre su patrimonio y participación, ya sea en BMW, en Altana o Delton. Si las cosas no marchan de acuerdo a sus expectativas de rendimiento, no se andan con miramientos. Así fue como Susanna Klatten al lado de Stefan forzó la dimisión de Bernd Pischetsrieder del puesto de presidente ejecutivo de BMW.

El pecado de Pischetsrieder fue haber errado en la compra del fabricante automotriz británico Rover, un millonario pozo sin fondo, como se comprobó después. También fueron ellos quienes manejaron posteriormente la sustitución de Helmut Panke por Joachim Milberg al frente del consorcio. “Ella maneja los hilos del poder con gran habilidad”, afirma uno de los miembros del Consejo de Vigilancia.

Las acciones no son todo

La mayoría de las veces, su discreta actuación no responde al conocido concepto de ‘Shareholder Value’, es decir, el rendimiento de accionistas de acuerdo a la cotización bursátil. Los herederos observan muy atentamente que la empresa en la que invierten asuma sus responsabilidades ante sus empleados y que la política empresarial responda a criterios medioambientales. Los Quandt mantienen sus inversiones a largo plazo, pero no a cualquier costo. Ejemplo de ello es la fábrica de camisas ‘Van Laak’. Precisamente en el sector a partir del cual la dinastía construyó su poderío, es decir, la industria textil, es donde menos suerte han tenido los Quandt. Stefan se opuso a seguir sosteniendo a la deficitaria empresa perteneciente al grupo Delton y a mediados del 2002 acabó vendiéndola.

Susanne Klatten evita la publicidad a toda costa y sus apariciones en público son reducidas al mínimo. Ante los medios aparece sólo excepcionalmente. Gracias a una protección extrema, poco se sabe sobre su vida privada y la de sus tres hijos.

Tampoco se sabe mucho sobre su hermano Stefan Quandt, lo que si es un hecho es que no pertenece a la clase de jóvenes aristócratas que dá de que hablar por concurrir en discotecas en St. Moritz o en la isla de Sylt, en el mar del norte, lugar tradicional de encuentro de acaudalados alemanes. En cambio se le ha visto alguna vez en la tribuna de un estadio presenciando emocionado un partido de fútbol.


Documentos de interés:

- Reseña: "BMW desde dentro".

- Perfil de Johana Quandt en El Mundo de España.

- La historia de BMW.

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