[Fragmento de un artículo escrito por Andreina Seijas, enero 2014]
La última crisis económica mundial llevó a la reconfiguración del marco socio-económico, particularmente en América Latina, donde los flujos migratorios intrarregionales se han incrementado significativamente como resultado de la disminución de oportunidades de empleo y el refuerzo de políticas migratorias en Europa y los Estados Unidos. Países como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay se han convertido en destinos populares para los migrantes internacionales.Todos los países de la región se están beneficiando enormemente de la interconexión demográfica y comercial, con una excepción: Venezuela.
Durante años Venezuela fue un destino popular entre migrantes. Particularmente entre las décadas de 1940 y 1970, miles de inmigrantes europeos y de otros países latinoamericanos (particularmente Colombia) vieron a Venezuela como un lugar ideal para escapar de guerras civiles, dictaduras y crisis económicas. En ese entonces, el país sudamericano contaba con una economía pujante y era una de las naciones políticamente más estables del hemisferio occidental.
Aunque no existen registros oficiales del número exacto de venezolanos que residen en el exterior, entre 1999 y 2013, algunos expertos estiman que cerca de 1 millón de venezolanos han salido del país, un 3,5% de la población.
Debido a su proximidad geográfica y cultural, Colombia es el destino predilecto de los migrantes venezolanos en América Latina. Algunos creen que el boom del petróleo en Colombia en la actualidad puede adjudicarse directamente a una rara mezcla de expertos: miles de profesionales venezolanos de alto nivel a los cuales se les prohibió trabajar en la industria luego del Paro Nacional de 2002 y 2003. Además de Colombia, los venezolanos se han desplazado a Miami, Ciudad de Panamá y Madrid, y cada vez más se los detecta en lugares no convencionales como Sydney, Calgary y Santo Domingo.
Sin embargo, hay un lado positivo frente al drama y la fuga de cerebros. De acuerdo con Michael Clemens, estudioso en el Centro de Desarrollo Global en Washington, D.C., la emigración presenta muchos beneficios escondidos para el país de origen. En una publicación reciente sobre migración calificada y desarrollo, Clemens plantea que “incluso si los migrantes no regresan a sus países de origen, transfieren dinero, habilidades, tecnología e incluso ideas democráticas; sus historias motivan las inversiones en educación en los países de destino; y logran expandir sus oportunidades de vida, cosa que no habría sido posible si no se hubieran mudado.”
Una diáspora comprometida es condición sine qua non para el desarrollo de países con alto número de emigrantes. No hace falta ir muy lejos para encontrar ejemplos. México — un país que, distinto a Venezuela, tiene una larga historia de migración — ha descubierto el ingrediente secreto: conectar la migración al desarrollo.
Los venezolanos en el exterior también se están moviendo en esta dirección. VenMundo, una red no partidaria de venezolanos viviendo en Canadá, Chile, Estados Unidos y España, ha armado una serie de propuestas que incluye un censo exhaustivo de la población migrante venezolana y un programa de incentivos para migrantes que vuelven. Aún así, todavía faltan mayores recursos y voluntad política para que estas ideas puedan tomar vuelo.
Fuente: Blog Inteligencia Migratoria.
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