miércoles, agosto 13, 2014

Una Guía para el Debate sobre el Precio de la Gasolina



El reciente anuncio hecho por el Presidente Nicolás Maduro sobre (entre otros temas) el inicio de un debate sobre el precio de la gasolina no tomó desprevenido al blog Gestión Inteligente. De hecho, en varias ocasiones veníamos reflexionando al respecto: la primera, expresando cuales eran los 5 temas necesarios para discutir en el seno de la sociedad venezolana, donde no nos referimos exclusivamente al ámbito económico (por ejemplo, escribimos sobre los fines de la pena en una sociedad como la venezolana, que se dice democrática; la despenalización del aborto no terapéutico; nuestras prioridades educativas, pronunciándonos a favor de dedicar la parte más importante de los recursos del Estado a la educación básica -incluída la de carácter medio-, mientras que en la universitaria debería permitirse más activamente la apertura a los aportes y, en general, a la colaboración privada; y finalmente, la ineludible cuestión ambiental), aunque respecto a ese tópico, aludimos claramente al núcleo de lo que con el anuncio Presidencial se ha puesto en el tapete: la cuestión del subsidio de la gasolina y de los servicios públicos (electricidad, transporte, entre otros).

En una segunda oportunidad, reseñamos la experiencia de un país productor de petróleo que logró, con la asesoría del Fondo Monetario Internacional, desmontar el subsidio estatal sobre la gasolina, sin que se implementara una terapia de shock que impactara en sectores sociales vulnerables (como el lugar común indica que ocurrió en Venezuela durante el año 1989, uno de los detonantes de la jornada conocida como el Caracazo, de triste memoria para los venezolanos). La referida experiencia, seguimos pensando, puede ser un modelo valioso a seguir para inspirar las medidas que podrían ser implementadas al respecto por Venezuela.

En tercer lugar, cuando ya asomaba con fuerza la intención del Gobierno nacional por debatir el tema, mientras reseñábamos las noticias del momento, enumeramos algunos argumentos a favor de la medida, tales como: la racionalidad económica, el equilibrio presupuestario, la erradicación de (parte de) las distorsiones económicas existentes en el país, mismos que ahora se están discutiendo con fuerza en los interesados en el tema. La situación actual es más difícil que la oportunidad en la se empezó a tratar con menos timidez el tema del precio de la gasolina: la crisis económica, cocinada durante largos años de políticas audaces, pero equivocadas, que ahora es cuando han venido revelando su fracaso, ha estado afectando a toda la población venezolana: trabajadores y empresarios por igual. De allí lo importante de traer a colación el tema y de ventilarlo públicamente, no sólo entre las personas allegadas al oficialismo y los funcionarios encargados de las decisiones de política económica, sino por parte de toda la población.

Ángel Alayón, columnista de Prodavinci.com, una página dedicada a la actualidad venezolana, propone una guía para discutir el asunto. Al introducir el debate abiertamente planteado por Nicolás Maduro, sintetizó la situación de la siguiente manera:
El precio subsidiado de la gasolina genera cuantiosas pérdidas a PDVSA y al fisco nacional: los cálculos oficiales las estiman en 12.500 millones de dólares al año, producto de un subsidio que beneficia principalmente a los venezolanos que se movilizan en vehículos particulares, que son minoría y además tienen un ingreso superior al promedio. En consecuencia, el subsidio de la gasolina es regresivo. Es decir: beneficia a los que más tienen en perjuicio del resto de la sociedad. Por esta razón, en principio, el aumento del precio de la gasolina combatiría la desigualdad. Y ése es un argumento que escucharemos muchas veces en las próximas semanas.

Sin embargo, el beneficio de los que “menos tienen” depende del uso que se le dé a los recursos que genere el aumento del precio de la gasolina. Los dueños de vehículos pagarán más por cada litro de combustible, mientras que a PDVSA y al fisco le entrarán más recursos. ¿Se utilizará ese dinero producto del aumento del precio de la gasolina para beneficiar a quienes hay que beneficiar? En este torno a las respuestas a esta pregunta se centrará buena parte del debate. Muchos dirán que sí aceptan el aumento del precio de la gasolina, pero que debe discutirse sobre el uso de los fondos.

Nicolás Maduro, anticipándose a esta discusión, propuso una fórmula de distribución:

 “Propongo que todo el dinero que venga vaya a un Fondo Social centrado en el país y en sus necesidades”, señaló. La distribución será la siguiente: 20% para la Gran Misión Vivienda Venezuela, 20% para becas del sistema universitario, otro 20% para la Misión el  Amor Mayor, otro para Patria Segura  y un último 20% para vialidad y servicios”.

Se trata de un viejo recurso para darle viabilidad política a lo incómodo: marcar el destino de los fondos que se recaudan con nuevos impuestos o, en este caso, con el incremento del precio de un producto subsidiado a programas inapelables. Sin embargo, la propuesta de Maduro está lejos de agotar la discusión.
 Otros temas abordados por Alayón, incluyen:

* La disposición de información detallada sobre el destino de los recursos obtenidos al disminuirse (o eliminarse de plano) el subsidio a la gasolina. La transparencia volvería al debate más fluido y generaría mayor conciencia acerca de las necesidades y beneficios de la medida.

* La mayor efectividad de plantear inversiones concretas con los ingresos del aumento del precio del combustible, en lugar de asignar porcentajes a planes abstractos, sin que se desglose cómo serán utilizados, tal y como parece ser la propuesta del Presidente.

* La posibilidad de tomar en cuenta la propuesta de varias personas en torno a la entrega directa a los ciudadanos de (al menos parte de) lo recaudado por concepto del incremento.

* El impacto del debate en la forma en que se ha venido gestionando la empresa petrolera estatal, Petróleos de Venezuela (PDVSA) en los últimos 15 años.

* La evaluación de los posibles cambios en la conducta de los consumidores (en el sentido de una racionalización del uso del combustible).

* Finalmente, pero no menos importante, la cuestión de la incidencia de la medida en el desestímulo del contrabando de extracción de combustible venezolano hacia Colombia y Brasil, activado por el diferencial de precios entre nuestro mercado y el de los países vecinos.

La cuestión apenas inicia. Aún es imposible prever hasta donde nos llevará el curso de los eventos. Lo que sí parece seguro es que la decisión de aumentar el precio de la gasolina ya parece tomada, y que la supuesta consulta es tan sólo un mero trámite necesario para que aquella tenga cierta legitimidad para que se efectúe sin sobresaltos, sobre todo tomando en cuenta el hervidero social actualmente existente debido a la inestabilidad económica, la pésima gestión del gabinete en el ámbito y la tensión política que llegó a su culminación con los acontecimientos que estallaron en febrero de este año. Tal y como Alayón concluye su artículo, no nos queda más que expresar nuestro deseo de que la cuestión del precio de la gasolina (y de las demás que se avecinan en el ámbito económico) tenga un desenlace conveniente: "Ojalá pueda plantearse la discusión… o los fantasmas seguirán acechando". A conjurar, pues, esos fantasmas, debatiendo el asunto para tomar la decisión más favorable a los intereses de todos.

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