Tacaño, avaro, apretado, codicioso, agarrado, mezquino, cicatero, cutre. En el mejor caso, "económico". Así llamamos en buen castellano a aquellas personas que maximizan el rendimiento de un valor (una moneda, un billete, por ejemplo) y buscan extraerle su mayor potencial. A ellos va dedicada esta entrega.
"Economía" es una palabra de origen griego que se relaciona, etimológicamente con el cuidado y la administración del hogar. Su definición clásica es la "ciencia que busca asignar recursos limitados a la satisfacción de necesidades virtualmente ilimitadas". Partiendo de un estado natural de escasez, la economía debe resolver el dilema de cómo producir y distribuir bienes y servicios que permiten la supervivencia.
A lo largo de la historia ha habido seres extraordinarios que han descubierto los secretos de cómo producir mucho más de lo que necesitan, que han destacado sobre el común de las personas en la lucha existencial, que se han vuelto sobreabundantes, ricos y poderosos, por lo tanto están mucho mejor preparados en la brega por la existencia.
Desde personajes legendarios como Midas, pasando por Mansa Musa, el hombre la fortuna más impresionante de la historia (tan grande, que dejaba una hiper inflación por donde pasaba), el lidio Creso, el romano Craso, el judeo-alemán N.M. Rothschild, hasta llegar a "nuestros" modernos Rockefeller y, más contemporáneamente, Bezos, Zuckerberg, Arnault, Musk.
En la creación de riqueza, dos actividades son fundamentales: por una parte, el ahorro, que permite acumular el capital necesario; por otra parte, la inversión, que permite incrementar ese capital, destinándolo a actividades productivas que generan un rendimiento en el tiempo.
Sin embargo, una actitud mental también es indispensable: llamémosla deseo, sed, hambre o, en términos más duros, ambición o codicia. Si no posees la "virtud" de la ambición, dependerás exclusivamente de la suerte para el éxito. Y, dado que la suerte es caprichosa, azarosa, esquiva, es una estrategia demasiado riesgosa como para ser efectiva.
Además, es necesario también poseer y practicar un hábito: el de la frugalidad. "Vivir con lo estrictamente necesario", "vivir por debajo de las posibilidades", "arroparse hasta donde alcance la cobija": hay múltiples maneras en que la sabiduría popular lo ha llamado. Pero no se trata de vivir miserablemente sin un propósito. La idea es juntar el capital necesario para ponerlo a trabajar. Una Ley del dinero que aprendimos con la secuela de Wall Street, es que "el dinero nunca duerme". También, que "el dinero atrae más dinero".
Los avaros, con su inquebrantable dedicación a acumular riqueza, han capturado nuestra imaginación a lo largo del tiempo. El encanto de la frugalidad extrema y los hábitos financieros excéntricos siempre han llamado la atención, desde cuentos legendarios sobre acaparamiento de riquezas hasta anécdotas contemporáneas de figuras solitarias que acumulan grandes fortunas.
A continuación, traigo el resumen biográfico de algunos nombres que han destacado en la construcción de la riqueza, algunos de ellos son famosos por haber acumulado un enorme patrimonio (y también por una frugalidad extrema, al borde de la avaricia), otros permanecen más bien ignorados, en la bruma del recuerdo.
Estudiar sus vidas y sus hábitos quizás nos puedan ayudar a comprender las estrategias que aplicaron para acumular y multiplicar su riqueza, así como también para entender el estado mental necesario para hacerlo:
Wellington R. Burt (1831 – 1919)
Todo el mundo sueña con que un surja de la nada en algún momento de sus vidas como un pariente previamente desconocido, que les legará millones de dólares.
Burt era un magnate maderero multimillonario que buscó resguardar su gran fortuna de su familia, hasta tal punto que incluyó una curiosa disposición en su testamento que estipulaba que no se distribuirían los fondos de su patrimonio hasta 21 años después del fallecimiento de su último nieto.
Proveniente de una familia de pobres granjeros, Wellington quedó huérfano de padre a los 12 años y, junto a su madre, desde entonces tomó las riendas de su granja. Apenas fue dos años a la escuela, y a los 22 se fue a trabajar como marinero, para viajar por el mundo. Al regresar a los 26 años, empezó a trabajar en el negocio de la madera y ascendió rápidamente por sus dotes organizadoras y de mando. Pronto empezó su propia empresa y, a través de adquisiciones e inversiones en negocios ferroviarios, mineros y bursátiles, amasó una fortuna importante.
Al momento de su muerte, Burt se encontraba entre las personas más ricas de Estados Unidos, pero debido a discordias familiares, optó por no legar una parte sustancial de su riqueza a su familia inmediata. Estos miembros de la familia recibieron sumas limitadas de la propiedad que una vez llamó "el huevo de oro". El pago más sustancial fue para un "hijo favorito", que recibía 30.000 dólares al año (era una suma bastante decente en aquella época), mientras que otros niños y ciertos miembros del personal se quedaban con cantidades anuales que oscilaban entre 1.000 y 5.000 dólares. Solo una hija no recibió ningún legado ni parte alguna en la sucesión.
Pasarían casi cien años antes de que se cumplieran los peculiares términos de su testamento. En 2011, se estima que 100 millones de dólares se dividieron entre 12 afortunados descendientes.
Damos por sentado que las personas que poseen un gran patrimonio tienen la obligación de legarlo a sus descendientes, pero esto no es así. Los super ricos están conscientes del valor del trabajo y la iniciativa individual, por lo que entienden que dar sus posesiones en herencia a sus parientes es equivalente a ahogar su iniciativa individual para transitar su propio camino al éxito.
También conocida como "La Bruja de Wall Street", caminaba por las calles de Manhattan con una expresión severa y su ropa modesta. El público no se percataba de que Hetty valía entre 100 y 200 millones de dólares. En dólares de 2023, eso equivale a entre 2,69 y 5,38 mil millones de dólares.
Nacida en una zona rica, su padre provenía del mundo de las finanzas y le enseñó a Hetty a administrar muy bien el dinero desde una edad temprana. Desde niña, leía e interpretaba estados contables y financieros, cotizaciones de bolsa e informes comerciales. Hetty prosperó al supervisar importantes acuerdos inmobiliarios, comercializar ferrocarriles y realizar inversiones astutas. Tuvo un gran éxito financiero durante las caídas de otros: compró acciones que se depreciaban, ejecutó propiedades y mantuvo como rehenes a ciudades enteras mediante préstamos masivos.
A los 33 años, Hetty se casó brevemente y tuvo dos hijos. Su hija, Sylvia, vestía ropa de segunda mano y vivía junto a su madre en una habitación alquilada. Su hijo Ned sufrió una grave lesión que le costó una pierna.
Hetty falleció a los 81 años, dejando su enorme riqueza a sus hijos. Sylvia mantuvo un estilo de vida modesto, mientras que Ned, que conservó una importante fortuna hasta su muerte en 1936, legó la mayor parte a Sylvia, quien al morir, en 1951, donó la mayor parte de su fortuna de 200 millones de dólares a varias organizaciones benéficas.
De Hetty Green podemos tomar el importante valor de saber enseñarle a los hijos las virtudes y herramientas de una sobria administración, la frugalidad y el uso inteligente de los recursos en inversiones.
Era conocido como el hombre más rico del mundo e igualmente por su legendaria tacañería.
El padre de Getty, un agente de seguros, encontró petróleo en un terreno que compró en Bartlesville, Oklahoma. El joven Getty amasó riqueza como agente de arrendamiento de petróleo para su padre cuando aún tenía 20 años. En 1968, compartía el título del hombre más rico del país con Howard Hughes, y el aumento del precio del petróleo en 1972 solidificó aún más su situación financiera.
La perspicacia para los negocios de Getty sólo era comparable a su reputación de mezquino. Cuando su nieto, J. Paul Getty III, fue secuestrado en 1973, dudó en pagar el rescate hasta que los captores mutilaron a Getty III cortándole una oreja. Justificó su postura temiendo que si pagaba millones por un nieto, tendría que pagar por todos ellos si surgiera la misma situación. Finalmente pagó 2,2 millones de dólares de la demanda reducida de 3 millones de dólares (el monto máximo deducible de impuestos), y el resto lo prestó al padre del chico a un 4% de interés anual.
Trabajar desde una edad temprana (aún viniendo de una familia acomodada), tener audacia y una habilidad extraordinaria al momento de negociar son aspectos destacables de Getty, más allá de la desafortunada historia del secuestro de su nieto. Al menos salió vivo (aunque no ileso) de esa experiencia.
Una solitaria y frugal auditora jubilada del IRS (Internal Revenue Service, Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos) de Nueva York, vivió una vida de extremo ahorro. A pesar de que nunca ganó más de $4,000 al año, se convirtió en una hábil inversionista durante sus 50 años de retiro, ahorrando casi el 80% de su salario.
Vivió en el mismo apartamento y usó la misma ropa durante décadas y finalmente acumuló 22 millones de dólares mediante inversiones inteligentes y ahorros disciplinados.
Conocida por excentricidades como tomar comida de las reuniones de accionistas, Scheiber sorprendió a muchos al dejar toda su fortuna para apoyar la educación de las mujeres en la Universidad Yeshiva.
Nos encanta la historia de Anne Schreiber, una mujer que de la nada y a fuerza de ahorro e inversiones construyó una fortuna de más de $20 millones, no para despilfarrar, sino para destinarla a la formación de otras personas (en especial mujeres) dentro de su comunidad.
Este caballero fue el fundador de IKEA, la empresa sueca de muebles y artículos para el hogar. Era conocido por ser muy frugal, aunque su fortuna valía miles de millones al momento de su muerte en 2018. De hecho, en su ciudad natal, Epalinges, era conocido como "el avaro".
A pesar de ser una de las personas más ricas del mundo, Kamprad llevaba un estilo de vida modesto. Volaba en clase económica, conducía un coche viejo, reutilizaba bolsitas de té y visitaba mercados callejeros al cierre para conseguir las ofertas más baratas en productos agrícolas. Kamprad compraba su ropa en ferias de descuento y prefería cortar su cabello cuando iba a países en desarrollo, porque pensaba que el precio era demasiado alto en otros lugares.
A pesar de su economía, hizo importantes contribuciones a la filantropía e IKEA se convirtió en un éxito mundial bajo su liderazgo.
Lecciones de frugalidad que podemos aprender de estos 5 personajes
Algunos de los nombres anteriores son ejemplos extremos de frugalidad que rayan tacañería. Sin embargo, mi propósito no es copiar al pie de la letra sus prácticas extremas, sino destacar el hecho de que una parte fundamental en la creación de riqueza es limitar el consumo y el gasto, en un mundo en el que a diario recibimos bombardeos de productos y servicios que la mayor de las veces no necesitamos y que suponen un gasto que nos aleja de la anhelada libertad financiera.
En lugar de concentrarnos en los aspectos más escandalosos de sus vidas, fijémonos en aspectos positivos como los siguientes:
- Wellington R. Burt asumió responsabilidades familiares desde muy joven, luego de viajar por el mundo como marinero incursionó en el negocio de la madera e invirtió en negocios ferroviarios, mineros y bursátiles, hasta amasar su fortuna. Pocos destacan sus donaciones caritativas.
- Hetty Green fue en muchos aspectos una mujer pionera en la administración y las finanzas, asumiendo responsabilidades cuando no se esperaba de las mujeres de su época. Aprendió a leer e interpretar informes contables, financieros y comerciales, incluyendo cotizaciones de bolsa. Fue una astuta inversionista: compró acciones que se depreciaban, ejecutó propiedades e invertía su dinero en préstamos y bonos.
- J. Paul Getty, aún viniendo de una familia acomodada, trabajó desde una edad temprana, fue un hábil y audaz negociador y una persona que buscaba maximizar su utilidad y rendimiento en todo lo que hacía, disminuyendo al mínimo posible costes y gastos.
- Anne Scheiber vivió en el mismo apartamento y usó la misma ropa durante décadas, llegando a acumular $22 millones mediante la inversión inteligente y el ahorro disciplinado. Pocos lo comentan, pero Warren Buffet vive en la misma modesta casa que compró hace 50 años y ha conservado el mismo auto por décadas. Legó su fortuna a la caridad.
- Ingvar Kamprad era la frugalidad personificada: volaba en clase económica, conducía un coche viejo y compraba su ropa en tiendas de descuento. Creó una empresa que hoy día es un gigante transnacional y, a pesar de su riqueza, llevaba una vida austera y sencilla, y también desplegó acciones caritativas y sociales.
Espero que el contenido sea tu agrado y utilidad. Nos vemos en la próxima entrega, saludos.
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