jueves, marzo 15, 2012

Matthieu Pigasse: "Debemos inventar un nuevo mundo"

El que sigue es la primera parte (de dos) de un artículo muy interesante escrito por Matthieu Pigasse, banquero y director-accionista de medios franceses (¿les suena "Le Monde"?), titulado "We Must Invent a New World", publicado en The Huffington Post:
Hoy día, toda Europa vive en la duda. Durante cinco siglos, nuestro continente ha sido capaz de inventar las ideas y los bienes que han transformado el mundo, aunque parece haber perdido el secreto de su manufactura. Ya no sabe si es capaz de inventar el mundo de mañana, ni siquiera si aún tiene un futuro común.


De los dos términos de la fórmula de Schumpeter que sintetiza el capitalismo, "destrucción creativa", hemos olvidado la última, es decir, la creación, quedándonos con la primera, la destrucción. Para muchos, el desempleo se ha convertido en la norma. La esperanza de convertirse una parte de la sociedad a través del trabajo se ha evaporado. Las ideologías extremas florecen, aunque una única mirada al mundo sería suficiente para demostrar lo absurdo de todas ellas. Nuestras sociedades piensan que han edificado un balance en el cual cada generación sucesiva podría esperar legítimamente que su descendencia tenga una vida mejor. Hoy día están convencidos de que no podemos mantener esta promesa por más tiempo. Nuestros sistemas de negociación social se han roto y están siendo amenazados nuestros sistemas de protección social. La fe en el progreso ha fallado. Muchos perciben el progreso técnico como un peligro, el progreso económico como una mentira, el progreso social como un espejismo y el progreso democrático como una ilusión.

Estamos viviendo un punto de retorno, en gran confusión. Nada de lo que ayer parecía obvio es hoy evidente. Ni hay signo alguno que nos diga cuáles serán las certezas del futuro. Los grandes puntos de referencia (la Nación, el Estado, la Moralidad) parecen haber desaparecido. Las grandes esperanzas del mañana permanecen invisibles.

Debemos luchar contra esta duda, devastadora para una Europa cuya historia se edificó, precisamente, bajo el progreso.

Cuando una mayoría de la población llega al punto de pensar que el mañana podría llegar a ser peor que el presente, la única estrategia posible que se ve puede llegar a ser aquella de preservar lo que existe. Cada uno quiere que las cosas permanezcan congeladas tanto como sea posible, en orden de preservar sus propios intereses, lo que lleva a obstaculizar, a prevenir, todo cambio. El miedo es el gran aliado de los conservadores. Alimenta el crecimiento del egoísmo: el egoísmo social de aquellos que pueden o creen que pueden tener éxito en lugar de otros o contra otros; el egoísmo étnico que rechaza al otro, a quienes consideran responsables por todos los males; y el egoísmo nacional de cada patria individual convencida de que debe prevalecer sobre sus hermanas.

Así que, ¿cómo puede uno acercarse al mañana de una manera distinta?

Debemos inventar un mundo nuevo. Debemos recuperar el significado del progreso, no el progreso como un reflejo automático o una palabra sin sentido, sino como un acto de voluntad. Debemos regresar a la idea de que es posible actuar en orden de influir en las cosas. Nunca resignarse, nunca rendirse, nunca retroceder. No debemos ver el mercado como un medio más efectivo de coordinar las acciones individuales. Ninguna sociedad pueda organizarse a sí misma simplemente en virtud del mercado. Así, debemos ser cautelosos de la ilusión liberal de una sociedad que no tiene necesidad de pensar en su futuro o definir sus reglas. Al contrario, le corresponde a la política reinventarse a sí misma, definir nuevas reglas y nuevas instituciones.

Muchos creen que, en la tan mentada economía liberal y global, los gobiernos no deberían tener poder. Están equivocados. La crisis y las reacciones contra ella demuestran que esto es una falacia, que existen las buenas políticas y las malas, que existen las buenas reglas y las malas.

Debemos actuar en tres áreas:

1. Producción, en otras palabras, crecimiento. Debemos decirnos a nosotros mismos que sin crecimiento no puede haber progreso ni reducción de la desigualdad.

2. Solidaridad, que es un método tanto como una necesidad. No hay progreso si no favorece a todos y si no es aceptado por todos. La solidaridad en Europa no es sólo una parte de nuestro glorioso pasado, es la clave de nuestro futuro.

3. Acción pública, para el genio de Europa está primero que todo aquello del proyecto colectivo y el destino común...
(Continúa aquí)

Matthieu Pigasse, el "banquero de izquierda", como se le conoce en Francia, su país natal, es Director General de la banca de inversiones Lazard en Francia y Vicepresidente de Lazard en Europa, así como propietario y presidente de la revista "Les Inrockuptibles" (Los Inrockuptibles)  y accionista de los diarios Le Monde y The Huffington Post.



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