Escrita, dirigida y coprotagonizada por Emilio Estévez, la película cuenta la historia de Carl (Sheen) y James (Estévez), dos amigos que trabajan en la empresa de recolección de basura de "Las Playas". Su aspiración es reunir un capital para montar su propia empresa: "La Tienda de Surf de Carl y James". Para eso deben aguantar a un jefe quisquilloso -pero divertido-, unos "competitivos" compañeros de trabajo que conspiran en su contra para que los boten y el acecho de dos policías que no los dejan en paz con sus permanentes suspicacias sobre su conducta.
Esa vida bucólico-playera cambia con la muerte de Jack Berger, candidato a alcalde de Las Playas, por parte de los secuaces de Maxwell Potterdam III, dueño de la empresa Chemilife, dedicada a la fabricación de pinturas, quien padece una ausencia total de la noción de responsabilidad social y ambiental a los ojos de hoy: los desechos tóxicos que genera la fábrica son arrojados al mar, situación que no soporta Berger y, resuelto a denunciar tales abusos a la policía (de los que no obstante es cómplice), es detenido de la única manera concebible por esa codicia capitalista tan en boga en los ochenta -como hoy día-: con la muerte. Cuando el cadáver del tipo -quien había grabado en un cassette (recordemos: estamos a comienzos de los noventa) una conversación con Potterdam sobre los desechos- es encontrado por los empleados del aseo urbano, la cosa se complica bastante para estos, y una cantidad inverosímil de peripecias los esperan.
Cuando empecé a ver la película, pensé que el tema que aborda era el de la aptitud emprendedora, cuando aún eres joven y estás en pleno uso de tus capacidades y tienes la fuerza, el empuje y las ganas de asumir un reto como el de comenzar tu propia empresa. James y Carl sueñan profundamente con su meta:
James: This is the last year we throw trash.
Carl: You said that last year.
James: Yeah, but this year I mean it.
Carl: You meant it last year.
La pasión que Carl y James sienten por su ilusión genera un interesante juego de palabras, cuando el primero le dice al segundo que no tiene esperanza:
James: Eh, Carl?
Carl: Yeah?
James: What did you mean when you said I was hopeless?
Carl: I meant exactly... what I said.
James: I still don't understand.
Carl: Well, let's examine the word: hope-less. Less than hopeful. That's what you are.
James: Am I majorly hopeless or partially hopeless?
Carl: I'd say, majorly. Why do you ask?
James: I'll try and change.
Carl: No, you won't.
Es verdad, los visionarios, los soñadores, la gente emprendedora nunca cambia. Pero volviendo a nuestro tema, esta es ciertamente la carta de presentación de la historia, pero a medida que avanza la película, nos percatamos que un nuevo aspecto se añadió al asunto original: el de las externalidades. En efecto, al centrarse en las actividades de la empresa y su dueño en torno a la eliminación de desechos químicos en la costa contigua a la ciudad de "Las Playas", Men at Work aborda, si bien muy indirectamente y con la ausencia total de seriedad típica de los ochenta-noventa, el tema de los costos que asume un colectivo determinado por la actividad de un grupo con intereses económicos particulares.
Wikipedia define a las externalidades como aquellas actividades "que afectan a otros para mejor o para peor, sin que éstos paguen por ellas o sean compensados. Existen externalidades cuando los costos o los beneficios privados no son iguales a los costos o los beneficios sociales". En el caso de Men at Work, el grupo social afectado es "Las Playas", mientras que el beneficio particular le corresponde a Chemilife (la empresa de Maxwell Potterdam).
Las externalidades son generalmente clasificadas en negativas (cuando una persona o una empresa realiza actividades, pero no asume todos los costes, efectivamente traspasando a otros -posiblemente la sociedad en general- algunos de ellos) y positivas (cuando esa persona o empresa o no recibe todos los beneficios de sus actividades, con lo cual otros -posiblemente la sociedad en general- se benefician sin pagar dichos costos). Recientemente se habla de un tercer grupo: las externalidades posicionales (tipo especial que depende de la posición respectiva de los actores y/o bienes en una determinada situación).
Generalmente se considera que fue Arthur Pigou quien inicio el análisis moderno de los "efectos externos" en su "Economics of Welfare" (1920), profundizando así el análisis iniciado por Alfred Marshall en "Principles of Economics" (1890). Esto, en opinión de Pigou, justifica una intervención estatal a fin de corregir lo que es percibido como un "fallo de mercado" (igual que los bienes públicos y las asimetrías de información), intervención que tomará la forma de un subsidio a las empresas que producen externalidades positivas y un gravamen en el caso de las negativas. Ello dio origen a la noción de "impuestos pigouvianos".
¿Son los impuestos pigouvianos la única manera de luchar contra las externalidades negativas? Lo dudo. Aquí, es ilustrativa una de las escenas de la película. Cuando Carl escapa del alcance de los secuaces de Potterdam e intenta rescatar a su novia Susan Wilkins (Leslie Hope), toma un bate y se lo atraviesa por la mollera a uno de los obreros que lanzan barriles al mar. James le pregunta:
James: What the hell are you doing?
A lo que aquél responde:
Carl: Protecting the environment.
Bueno, no sé si me he explicado bien, pero gráficamente hablando, esa es mi respuesta a la solución de las externalidades ambientales (ver la escena en el minuto 2:21 del video).
¿A qué viene toda esta parrafada de las externalidades, Pigou y los impuestos? Pues sencillamente que esta es la base para el desarrollo de una nueva disciplina científica, o mejor dicho, de una interdisciplina: el Análisis Económico del Derecho, cuyo propósito es aplicar las herramientas de la microeconomía al estudio de las instituciones jurídicas. En realidad no es algo complicado o del otro mundo, pero toda la parafernalia gráfica y numérica que acompaña a lo relacionado con la economía corre el peligro de venderlo como un ámbito aburrido, cosa que precisamente no es (me consta: llevo un tiempito dedicando mi atención a este asunto y es algo más cercano a Freakonomics que a Samuelson o Krugman... Para muestra un botón: el Juez gringo Richard Posner -uno de sus principales exponentes- parece haber captado el mensaje de que para vender algo tienes que hacerlo agradable al público -ver aquí el blog que mantiene con otra luminaria: el estimado y nunca bien ponderado Gary Becker-, cosa que, por otra parte, es precisamente el 'gancho' de un tal Tim Harford)...
Con Men at Work no hay que crearse falsas espectativas: no es una película seria ni mucho menos (ni siquiera en el tratamiento del problema ambiental, como lo hace "A Civil Action", con John Travolta o en una medida más espectacular "Erin Brockovich", con Julia Roberts), sino que más bien se sitúa en plano de la comedia de enredos con algunas dosis de acción, con la típica sobreactuación ochentosa y situaciones que sólo daban risa en ese contexto histórico (o que sigue provocando carcajadas a los nostálgicos de la época). Pero es una película divertida y sin pretensiones que ilustra dos puntos que Gestión Inteligente siempre tendrá en consideración: el tema ambiental como un aspecto relevante de la responsabilidad social y la capacidad emprendedora como generadora de riqueza y bienestar.
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