La semana pasada publiqué una entrada sobre una mujer extraordinaria, Anne Scheiber, quien a pesar de sus orígenes humildes y de haber sufrido discriminación por ser mujer y judía, llegó a acumular una fortuna de 22 millones de dólares desde la mitad de sus 101 años de vida. Ahora voy a hablar de un caballero que logró una hazaña semejante desarrollando unos hábitos muy parecidos.
Ronald James Read nació el 23 de octubre de 1921 en Dummerston, Vermont, Estados Unidos, en una familia empobrecida dedicada a la agricultura. Debido a su origen humilde, para asistir a la escuela secundaria debía caminar 6 km hasta Brattleboro, la ciudad más cercana a su pueblo.
Fue el primer graduado de secundaria en su familia. Durante la Segunda Guerra Mundial, ingresó al Ejército de los Estados Unidos y vio acción en el norte de África, Italia y el Pacífico. Al regresar a Brattleboro después de su baja honorable en 1945, trabajó en una estación de servicio durante casi 25 años. Aparentemente no disfrutó mucho de la jubilación y prefirió “retirarse de su jubilación” para continuar trabajando como bedel (conserje) a tiempo parcial en una tienda J. C. Penney durante 17 años, antes de retirarse en 1997.
A pesar de su modesto estilo de vida, Read acumuló una fortuna de casi 8 millones de dólares, invirtiendo en acciones que generaban dividendos y evitando invertir en empresas que no entendía. Su estrategia implicaba comprar y mantener acciones en un portafolio diversificado, con una fuerte concentración en empresas sólidas.
Después de su muerte en junio de 2014, Ronald dejó una herencia de $1,2 millones a la Biblioteca Memorial Brooks y $4,8 millones al Hospital Memorial Brattleboro.
¿Cómo se las arregló Ronald Read para lograr una fortuna de 8 millones de dólares? Además de ser bueno seleccionando acciones, demostró una notable frugalidad y paciencia, lo que le proporcionó muchos años de crecimiento compuesto.
Read vivía modestamente, trabajando como personal de mantenimiento y conserje en una tienda después de un largo período en una estación de servicio que en parte era propiedad de su hermano.
Quienes lo conocieron hablan de cómo a veces usaba prendedores para sujetar su abrigo y estacionaba su Toyota Yaris 2007 lejos de donde iba para evitar alimentar el parquímetro. Según Bridget Bokum, asociada senior de clientes en el banco Wells Fargo de Brattleboro, quien lo ayudaba con su patrimonio: “Si podía ahorrar un centavo, lo hacía”.
Read poseía al menos 95 acciones al momento de su muerte, muchas de las cuales había mantenido durante años, si es que no décadas. Estaban repartidas en una variedad de sectores, incluidos ferrocarriles, empresas de servicios públicos, bancos, atención médica, telecomunicaciones y productos de consumo. Evitó las acciones tecnológicas.
Sus amigos decían que Read normalmente compraba acciones de empresas que conocía y que pagaban buenos dividendos. Cuando llegaban los cheques de dividendos por correo, él invertía el dinero en más acciones.
Entre sus participaciones más antiguas se encontraban gigantes de primera línea como Procter & Gamble, J.P. Morgan Chase, General Electric y Dow Chemical. Cuando murió, también tenía participaciones en J.M. Smucker, CVS Health y Johnson & Johnson.
Sin embargo, el viejo Read no siempre conectó jonrones. Su cartera incluía acciones de Lehman Brothers Holdings, la firma financiera que colapsó en 2008, por ejemplo. Pero estuvo dispuesto a seguir con su selección de acciones por muchos años.
Por ejemplo, el 13 de enero de 1959, compró 39 acciones de Pacific Gas & Electric (PG&E), cuando tenían un valor de unos $2.380. Al momento de su muerte, valían alrededor de $10.735, tomando en cuenta las desdoblamiento de acciones (stock splits) posteriores de 2 x 1 y 3 x 1 que aumentaron esas acciones a 234.
En total, Read llegó a poseer 578 acciones de PG&E, por un valor de poco más de $26.500, algunas de las cuales pudo haber comprado con los pagos de dividendos que la empresa hizo a los accionistas.
Para investigar nuevas inversiones, Read en parte se apoyaba en publicaciones impresas, por ejemplo, se dice que estaba suscrito a publicaciones como The Wall Street Journal y Barron's, aunque también utilizaba la biblioteca local. Su abogada dijo que todos los días leía el Wall Street Journal y que "era bueno en dos cosas: invertir y cortar madera".
Nuestro personaje también conversaba sobre inversiones con sus conocidos, incluido un vecino que era su asesor del banco Wells Fargo en Brattleboro, de quien regularmente buscaba su consejo, manteniendo una cuenta de corretaje en la firma, aunque ésta sólo poseía una pequeña porción de sus inversiones.
Para el inversor actual, utilizar la misma forma de invertir de Read podría resultar algo engorroso, ya que él compraba y guardaba las acciones en papel, mientras que actualmente se trata de certificados electrónicos. La mayoría de los inversores de hoy en día favorecen a las plataformas en línea, más fáciles de usar y con comisiones más competitivas, así como el fácil acceso a la investigación en Internet.
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¿Qué lecciones podemos aprender de la vida y experiencias de Ronald Read?
La historia de Ronald Read es un recordatorio poderoso de que la riqueza no siempre se refleja en un estilo de vida aparente. ¿Cómo un hombre de medios tan modestos pudo llegar a acumular tanta riqueza? Su historia es verdaderamente inspiradora, ya que contiene lecciones ejemplares sobre el ahorro y las inversiones que pueden aplicarse a todos nosotros.
A continuación, algunas lecciones valiosas que podemos aprender de su vida y su enfoque financiero:
1. Frugalidad y vivir por debajo de nuestras posibilidades:
Ronald Read vivía de manera extremadamente frugal. De hecho, probablemente podría haberle dado a Warren Buffett –quien también es famoso por su frugalidad– una competencia por su dinero: reutilizaba la ropa hasta que estaba gastada y buscaba formas de ahorrar en gastos diarios, como estacionamiento gratuito. La frugalidad es clave para acumular riqueza: gastar menos de lo que ganamos y vivir dentro de nuestras posibilidades nos permite ahorrar e invertir.
Los amigos de Read lo recuerdan conduciendo un automóvil usado y usando imperdibles para sujetar su abrigo gastado. Incluso continuó cortando su propia leña mucho después de cumplir 90 años. Mark Richard, amigo y vecino de Read, dijo de él lo siguiente: "Estoy seguro de que si ganó 50 dólares en una semana, probablemente invirtió 40 dólares".
Es un enfoque bastante sencillo: gastar menos de lo que gana le deja más para invertir y generar riqueza con el tiempo a través de inversiones.
2. Inversiones a Largo Plazo:
Read fue un inversor paciente. Mantuvo sus inversiones durante décadas sin vender, permitiendo que el efecto compuesto hiciera su magia. El tiempo estaba de su lado: muchas de las acciones que poseía las había conservado durante décadas. Hacerlo requirió de una gran paciencia, que le permitió que el poder de la capitalización ("interés compuesto") funcionara a su favor. Sus ganancias se sumaron a las ganancias anteriores, durante décadas.
También le ayudó vivir hasta los 92 años: el poder de la capitalización se magnifica en un horizonte temporal largo. En otras palabras, es más probable que invertir durante mucho tiempo genere los mayores rendimientos. La tasa de crecimiento anual compuesto de Buffett (9,17%) habría convertido $1.000 en $9.000 en 25 años, que en 30 años habrían llegado a ser $13.900.
La mayoría de los inversores no aprovechan el tiempo. Empiezan a ahorrar en serio demasiado tarde, no son nada pacientes y no dejan que los años jueguen a su favor. Ronald Read no fue un operador activo: al contrario, tenía una paciencia extraordinaria.
Para ser sinceros, ninguno de nosotros puede controlar cuánto tiempo vivimos. En cambio, comenzar temprano y permanecer en el mercado el mayor tiempo posible sea probablemente la mejor estrategia. También es recomendable dejar que las acciones ganadoras corran durante más tiempo. Obtener ganancias demasiado pronto o negociar sus posiciones con demasiada frecuencia agrega costos y disminuye el poder de la capitalización.
La consistencia y la paciencia son fundamentales en la inversión. No se trata de ganar rápidamente, sino de mantener una estrategia sólida a lo largo del tiempo.
3. Conocimiento de las Inversiones:
Read invirtió en acciones de empresas que conocía y comprendía, centrándose en compañías que repartían dividendos. Conocer bien las inversiones en las que participamos nos ayuda a tomar decisiones informadas y a evitar riesgos innecesarios. Como Warren Buffett, Ronald Read evitó las acciones tecnológicas y las acciones de moda del momento, simplemente porque no las entendía.
No poseía una cartera concentrada; en cambio, tenía una cartera diversificada con muchas empresas en muchos sectores. Entre las 95 acciones que poseía, había muchas blue chips (empresas de primera línea): Procter & Gamble, JPMorgan Chase, General Electric, Johnson & Johnson, Dow Chemical, J.M. Smucker y CVS Health. Esta diversificación le permitió distribuir ampliamente el riesgo: ser propietario de empresas quebradas como Lehman Brothers tuvo sólo un impacto modesto en sus ganancias.
Además, Read normalmente invertía en acciones de empresas que pagaban dividendos periódicamente. Esos cheques de dividendos que recibía los reinvertía en más acciones de las mismas empresas. Si estas acciones obtenían buenos resultados, es de suponer que reinvertir los dividendos funcionaría aún mejor. No era un trader activo, aunque sí era un comprador activo. Hay una diferencia muy grande.
4. Legado Filantrópico:
A pesar de su modesta vida, Read dejó una herencia de casi 8 millones de dólares. Su legado filantrópico incluyó donaciones a la Biblioteca Brooks Memorial ($1,2 millones de dólares) y el Hospital Brattleboro Memorial ($4,8 millones de dólares).
Esto nos recuerda que la riqueza no siempre se refleja en el estilo de vida aparente. Podemos hacer una diferencia significativa incluso con recursos limitados. Además, la caridad evita al recaudador de impuestos: la exención del impuesto sobre el patrimonio en 2014 fue de $5,34 millones y, para una pareja casada, $10,68 millones. Como Read era viudo, su patrimonio de $8 millones no estaba sujeto al impuesto federal sobre el patrimonio.
En Vermont (el estado donde vivía Read) existe un impuesto al patrimonio que oscila entre el 0,8% y el 16%, pero no existe ningún impuesto sobre donaciones, y eso significa que el legado de Read a la biblioteca y al hospital locales pasó a sus beneficiarios previstos sin ser tocado por el IRS.
En síntesis, la historia de Ronald Read nos enseña que la riqueza no está reservada solo para aquellas personas con altos salarios o grandes oportunidades. La disciplina, la paciencia y la sabiduría en las inversiones pueden llevarnos lejos. Hay mucha sabiduría que aprender de sus inversiones y sus experiencias de vida.
Espero que el contenido sea de utilidad e interés. Nos vemos en la próxima, ¡saludos!
Fuentes:
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