miércoles, febrero 08, 2012

Los 5 debates necesarios en Venezuela

El título de esta entrada es deliberadamente capcioso. Se aprovecha de la tendencia en boga actualmente en la política venezolana o, al menos, en un sector de ella. Sin embargo, no pretendo hablar de los “debates” realizados por los precandidatos opositores, que recientemente han ocupado gran espacio en las noticias, sino de aquellos que considero auténticamente necesarios, impostergables, no por parte de los políticos, sino de toda la sociedad venezolana en su conjunto: hombres, mujeres, niños, adolescentes, profesionales, amas de casa, desempleados, gerentes… en fin, de todos aquellos que amamos al país y pensamos en su futuro.

A continuación enumero los que considero los grandes temas a debatir por parte de la población venezolana. No pretendo establecerlos en un orden jerárquico de prioridades ni mucho menos. Lo que sí creo es que, aparte de ser impostergables, son paralelos al debate central que ocupa a la nación desde hace más de 20 años: el del modelo socio-económico que queremos para nuestro país. Aunque cada tema posee su identidad propia, está interrelacionado estrechamente con el resto y, por supuesto, subordinado al tema que considero primordial. Estos cinco asuntos que esperan por un diálogo son:

1) Las finalidades y funciones de la pena en el Estado ("democrático y social, de derecho y de justicia") venezolano y, en particular, de la pena muerte (aunque esta sanción no esté permitida en nuestra Carta Magna). En este tema debemos separarnos de las actitudes hipócritas y sensibleras: en el país ya existe una pena de muerte no oficial impuesta por los órganos policiales a los delincuentes peligrosos y un régimen semejante aplicado por éstos últimos a la población civil, mientras las cárceles siguen repletas de delincuentes feroces, sin ninguna esperanza de rehabilitación. A pesar de los avances universales en materia de derechos humanos, la cuestión de la redención de los delincuentes en prisión se ha vuelto a poner de moda (¿un ejemplo? El caso del noruego Anders Breivik, quien fue declarado demente por especialistas médicos. Esto plantea un severo problema en un país donde fue abolida la pena de muerte, por el evidente peligro para la sociedad que representa ese personaje, el cual no puede ser conjurado con la imposición de una simple medida de seguridad).

A este ámbito pertenece la cuestión de la consideración, por parte de nuestro Tribunal Supremo de Justicia, del delito de tráfico de drogas como uno de lesa humanidad, dándose el exhabrupto de que a las personas declaradas culpables por este delito se les apliquen fórmulas alternativas de cumplimiento de la pena y gocen de beneficios procesales. Por tanto, este debate también implica abordar el tema de la despenalización del microtráfico y del consumo (Fernando Henrique Cardozo, el expresidente brasileño, recientemente se sumó a la cruzada con miras al logro de ese objetivo).

2) La despenalización del aborto no terapéutico. A pesar de que el terapéutico (es decir, el que se aplica cuando el embarazo pone en serio riesgo la vida de la mujer) es la única modalidad de aborto no sancionada penalmente en Venezuela, no se puede ocultar que se trata ésta de una práctica común, pero, paradójicamente, aún no aceptada abiertamente por la sociedad. Las consecuencias desfavorables de esta situación las sufren las mujeres de bajos recursos que, ante la imposibilidad, por falta de conocimiento, de controlar su fertilidad, acuden a lugares de dudosa salubridad, muchas de ellas pereciendo en el acto.

Por otra parte, las que no se atreven a hacerlo, se enfrentan a las perspectivas de criar a un hijo que en muchos casos es no deseado, con los consiguientes traumas para la madre, el niño y la sociedad entera: se ha demostrado una relación entre el aborto y la disminución de la delincuencia juvenil en países como los Estados Unidos (el libro “Freakonomics” le dedica todo un capítulo a ese tema).

3) La cuestión del precio “justo” de la gasolina (y los servicios públicos). Por precio justo me refiero a un precio que no sea inferior a los costos. Es necesario dejar de considerar al petróleo como un tema sentimental que justifica el alto costo social de subsidiar un producto por el simple hecho de que la materia prima que le sirve de base es un don que Dios (o el demonio) nos regalaron a cambio de nuestra alma. Las distorsiones creadas por esta situación son mucho más graves que el costo colectivo de pagar un precio justo por un recurso no renovable: es probable que Venezuela sea el único país del mundo donde los automóviles usados son más caros que los de agencia (es decir, no se deprecian con el tiempo, como en los demás países) y el “taxear” sea una ocupación tan rentable como cualquier profesión liberal (o incluso mucho más que éstas), para citar sólo dos ejemplos. Esta es una medida no sólo antieconómica, por las distorsiones que crea, sino también antiecológica (y, por lo tanto, violatoria de la Constitución, por decir lo menos -véase el aparte único del artículo 127-).

Cabe efectuar la misma reflexión frente a los subsidios de otros servicios (el metro, el ferrocarril, la electricidad, entre otros). Debemos ser concientes de que los buenos servicios se pagan, que la calidad tiene su precio, aunque seamos un “país rico”. Más bien, es precisamente por esto último que debemos acostumbrarnos a pagar el precio justo de cada cosa y no producir a pérdida, porque eso incide en la calidad de los bienes y servicios y, tarde o temprano, termina elevando los costos sociales de producirlos.

Muchos países están cobrando conciencia sobre este grave problema para sus economías y han empezado a tomar medidas al respecto. Es el caso de... Irán (!).

4) Definir claramente cuáles son nuestras prioridades en educación: ¿es acaso la educación básica (primaria y bachillerato, hasta tercer año, según los criterios de la UNESCO) lo fundamental a lo que debemos otorgar la prioridad o se trata más bien de la educación superior la que merece nuestra atención?.

No quisiera ser malinterpretado: el Estado debe mantener en las universidades y demás institutos de tercer y cuarto nivel el motor del cambio tecnológico necesario para generar el desarrollo de nuestro país. Pero no a costa del núcleo, la semilla de ese cambio: una buena educación primaria, que apunte a formar ciudadanos íntegros, aptos tanto para la vida, como para el trabajo productivo. Las universidades y establecimientos técnicos deben adaptarse y abrirse a la colaboración privada, por el aporte positivo que significan para el desarrollo nacional. Basta de presupuestos deficitarios por el simple hecho de depender del Estado: una mayor inserción en la sociedad y una estrecha compenetración con ella es la necesidad primordial de la educación superior en nuestro país.

Por lo tanto, es necesario un debate sobre la utilidad, pertinencia y reforma de la educación superior (no sólo universitaria) pública en Venezuela.

5) Finalmente -pero no menos importante-, el debate sobre la cuestión ambiental. El hecho de que vivamos en un país que dentro de sí posee tesoros muy superiores a las siete maravillas del mundo (viejas o nuevas), no quiere decir que no tengamos que hacer nada para mantenerlo e incluso mejorarlo. La tarea en este ámbito es de todos: del Estado, de las empresas y los particulares. La sociedad en su conjunto debe concientizarse acerca de la necesidad de crear hábitos de sustentabilidad, pero no sólo en las tareas productivas, sino también en la vida diaria, doméstica, de los ciudadanos.

Estos cinco temas, sin desmedro de otros, más o menos importantes -y, repito, paralelos al gran debate sobre el modelo socio-económico en que queremos vivir y legar a las generaciones futuras-, son los que considero que deben ser debatidos, no solo por cinco o seis manganzones que pretendan formarse una trayectoria en la vida pública del país, sino por todos los habitantes de este lugar maravilloso, pero atribulado. De los acuerdos que se alcancen como resultados de esos debates -que necesariamente debe incluir tanto a los dos lados del espectro político, es decir, a tirios y troyanos, como a la gente de a pie- surgirán las iniciativas y proyectos para lograr el país que queremos, necesitamos y merecemos los venezolanos.

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