martes, octubre 11, 2011

WSJ: Una ciudad más verde está al alcance

El Wall Street Journal recientemente ha venido publicando una serie de artículos periodísticos relacionados con el ambientalismo y el tan en boga tema "verde". Seguidamente reproduzco uno del autor Michael Totti, en el cual, a través de un ejercicio cercano a la ciencia ficción, revisa las nuevas ideas para las ciudades ecológicas. Veamos:

Pueden las ciudades ser parte de la solución medioambiental en lugar de ser parte del problema?

La pregunta no es infundada. Se prevé que la población urbana aumente en todo el mundo en los próximos 20 años a 5.000 millones de personas frente a los 3.000 millones actuales. Si la tasa de urbanización actual se mantiene, las ciudades representarán casi 75% de la demanda de energía mundial para 2030. La mayoría del incremento provendrá de países de rápido desarrollo como China e India.

Entonces, las ciudades no tendrán que volverse un poco más verdes, tendrán que ser replanteadas desde sus cimientos. La meta es crear ambientes compactos que requieran menos recursos y saquen el mayor provecho de la tierra, el agua y la energía que usan.




En los últimos años, la idea de que las ciudades son modelos de una virtud ecológica comenzó a tomar impulso. Los habitantes de grandes urbes suelen caminar más y conducir menos que quienes viven en los suburbios, y el desarrollo denso alienta el uso del transporte público, entre otros.

A partir de estas fortalezas, los planificadores y desarrolladores idean soluciones innovadoras para hacer frente a las necesidades futuras de energía, agua, transporte y salubridad de los habitantes urbanos.

Algunas mejoras son muy fáciles, como adoptar bombillas LED de uso eficiente de energía en edificios y calles, o crear ciclorrutas. Otras son más ambiciosas y requieren construir o incluso reconstruir grandes partes de la infraestructura urbana.

Algunos de los proyectos ambiciosos —y la mayor fuente de ideas innovadoras— son las decenas de desarrollos de "ciudades ecológicas" que se están implementando o planeando alrededor del mundo, como el Distrito Empresarial Internacional Songdo de Incheon, Corea del Sur. Las iniciativas ecológicas también aparecen en grandes ciudades, como Chicago, donde hay 350 proyectos de techos verdes que abarcan cerca de 400.000 metros cuadrados.

Por supuesto que muchas de estas iniciativas pueden ser caras, con altos costos iniciales, y el punto de equilibrio donde el ahorro compensa la inversión puede tardar años en llegar. De todos modos, las ciudades pueden adoptar una perspectiva a largo plazo para hacer inversiones.

A continuación, algunas ideas de formas en las que las ciudades pueden elevar su coeficiente ecológico.

Microturbinas de viento: Los molinos gigantes que se instalan en los parques eólicos no son apropiados para las ciudades, debido a sus vibraciones y nivel de ruido. Así que los desarrolladores están optando por microturbinas. Estos pequeños generadores se ubican sobre edificios comerciales o residenciales y están diseñados para sacar provecho de las particularidades de los patrones del viento en las grandes ciudades. Las turbinas suelen ser pequeñas, de uno a tres kilovatios cada una. Pero cuando se instalan en conjunto y se combinan con paneles solares de alta eficiencia, pueden generar una gran parte de la energía que necesita un edificio.

Almacenamiento hídrico por bombeo/Microhidroenergía: Las energías eólica y solar son notoriamente inconstantes y algunas veces producen más energía que la necesaria o en otras oportunidades menos que la que se necesita. Una ciudad que quiera depender de fuentes tan intermitentes debe encontrar una forma de guardar y administrar esa energía. Una técnica: almacenamiento hídrico por bombeo. Cuando la energía eólica o solar es abundante, la electricidad se usa para bombear agua a un embalse ubicado a una altura superior; luego, cuando se necesita energía, se permite que el agua descienda, y así active las turbinas. El método no es complicado desde lo técnico, pero es costoso, en especial a escala pequeña.

Caminar y andar en bicicleta: Cuando se trata de transporte, las zonas urbanas densas ya tienen una ventaja frente a los suburbios: al reunir personas, empleos y servicios en poco espacio, reducen la necesidad de muchos viajes en auto y utilizan el transporte público. Los planificadores de ciudades verdes las diseñan para que caminar sea seguro, conveniente e interesante, con vías separadas para bicicletas.

Transporte personal rápido: No todos los viajeros urbanos pueden llegar a su destino a pie, en bicicleta o en transporte público. Las ciudades pueden alentar elecciones más verdes para automotores, como la instalación de estaciones para la carga de vehículos eléctricos. Una solución futurista es el transporte personal rápido, o TPR, que son vehículos autopropulsados parecidos a una cápsula que pueden llevar hasta seis pasajeros. Los vehículos pueden desplazarse por carriles exclusivos, como el sistema de transporte de un aeropuerto. No hay rutas fijas y los pasajeros eligen sus destinos. Aunque son una novedad, ya hay sistemas de TPR en el Aeropuerto Internacional Heathrow, cerca a Londres, y en Masdar City, en Abu Dhabi.

Recolección de residuos por tubos de aire: La gran cantidad de basura que producen las ciudades crea dos problemas: recolectarla y desecharla. Para recolectarla, un sistema centralizado que usa una red subterránea de tubos neumáticos puede reemplazar la flota de camiones que bloquea el tránsito y usa combustibles fósiles. Los tubos pueden llevar la basura desde recipientes en hogares y calles hasta instalaciones centralizadas de recolección. El sistema ya está en uso en varias partes, incluyendo en la Isla Roosevelt, en Nueva York.

De desecho a recurso: Las ciudades pueden implementar tecnologías que aprovechan la energía y otros recursos valiosos que están en la basura. Biodigestores avanzados procesan desechos orgánicos y el sedimento que queda del tratamiento de aguas negras para producir biogases, los cuales pueden ser usados como combustibles. Estos sistemas ya están implementados en Europa y apenas están llegando a Estados Unidos.

Techos verdes: Los techos, que ocupan hasta un quinto de la superficie de una zona urbana, pueden usarse para instalar paneles solares o turbinas eólicas, pero fuera de eso no se aprovecha su potencial. Cubrir los techos de los edificios con pasto y plantas puede traer muchos beneficios. Aunque suele ser más costoso que las coberturas habituales, los techos verdes pueden brindar aislamiento y reducir las necesidades de calefacción y refrigeración de un edificio, entre otros beneficios. También filtran el aire contaminado.


Algunas de estas ideas pueden parecer algo irreales, alocadas, inviables o costosas. Pero ya estamos en el futuro, las ideas más asombrosas se hacen realidad con una rapidez pasmosa.

Sin embargo, creo mucho más probable que, en lugar de cambios tan radicales como la planificación de nuevas ciudades completamente sustentables desde un punto de vista ambiental, o un replanteamiento de las ya existentes, lo que se impone son los pequeños pero relevantes cambios en los hábitos de las personas.

Es en una cultura ciudadana más sensible a la naturaleza, en la gestión de los recursos, la energía y los desechos, donde los cambios pueden (y deben) ser más profundos. ¿De qué otra manera ciudades como Caracas o Maracaibo, incluso megaciudades como México, Sao Paulo, Buenos Aires o Río podrán hacer frente a los retos ambientales que se imponen en el futuro cercano? La respuesta, más que de los planificadores de ciudades y los responsables gubernamentales, dependerá de los principales interesados (y afectados): los ciudadanos.

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