Por RESHMA KAPADIA
Cuando Taizo Ishida vio a Bangladesh por primera vez, pensó que las imágenes lo acompañarían para siempre. Asentado en ese lugar en los años 80 como oficial de desarrollo de Naciones Unidas, Ishida vio poco más que pobreza miserable en todos lados. Al no tener una red eléctrica confiable o incluso o los servicios públicos más básicos, el país del sudeste asiático fue un arquetipo trágico del país en vías de desarrollo, pensó Ishida; o más bien, eso fue así hasta el año pasado. Fue entonces cuando Ishida, ahora gerente principal del prestigioso fondo Matthews para el Crecimiento en Asia, regresó a Bangladesh por primera vez desde sus días con la ONU. Lo que encontró lo dejó completamente sorprendido: allí había un auge de la inversión.
Dhaka, la capital del país, estaba alborotada con proyectos de construcción, mientras la ciudad se transformaba a sí misma en un centro de la industria global de manufacturas textiles. Los precios de las viviendas se aproximaban a los de algunos de los vecindarios de elite de Manhattan. (Un amigo de Ishida compró un apartamento hace más de una década por US$60.000 y ahora vale US$1 millón). Los precios de las acciones en el floreciente mercado bursátil del país, en tanto, se habrían triplicado en los 15 meses previos. "Aún es muy pobre, pero el mercado ha explotado", se maravilla Ishida, quien ahora espera que las valoraciones caigan un poco antes de invertir.
¿Bangladesh? ¿En serio? No es la clase de lugar al que encontraría al navegar en Google Earth, pero no se equivoque: el mapa del mundo de inversión ha cambiado de forma dramática durante los últimos dos años, y como lo dicen muchos intrépidos gestores de dinero, la topografía se transforma con suma rapidez actualmente, mientras los mercados en todo el mundo atraviesan cambios sistémicos de una semana a otra. Los países que en su momento avasallaban con retornos olímpicos —Brasil, China, India y Rusia— ahora, bien, parecen casi mortales en comparación. El camino a las ganancias, incluso en estas tierras bien viajadas, no es lo que era hace sólo unos años. Y, a la vez, los lugares que durante mucho tiempo se desestimaban como "países en vías de desarrollo" avanzan con mucha más rapidez de lo que jamás se previó.
Mark Mobius, un pionero de los mercados emergentes que supervisa alrededor de US$50.000 millones en activos para Franklin Templeton, ha estado comprando propiedades en Rumania, bancos en Nigeria y acciones de petroleras en Kazajstán. Laura Geritz, co-gerente del fondo Wasatch Emerging Markets Small Cap, se reunió hace unos meses con presidentes ejecutivos e inversionistas locales en Ghana, que ahora tiene unas 30 empresas que cotizan en su bolsa nacional.
Los motivos detrás de los cambios son muchos, y van desde la desaceleración de la economía en China y la India hasta la llegada de nuevos mercados de consumo y la sorprendente forma en la que la crisis de deuda está afectando el escenario internacional. Y, por supuesto, hay otro gran por qué: el viejo libreto ya no funciona. Considere que durante los 10 años que terminaron en diciembre de 2010, el índice de referencia Morgan Stanley Emerging Markets (MSCI) superó el S&P 500 por un total de 250 puntos porcentuales; en el lapso desde entonces, el índice ha quedado detrás del S&P en siete puntos. "No es que la oportunidad en los mercados emergentes se haya agotado", afirma Maria Negrete-Gruson, quien trabaja en el rubro desde hace 20 años y gestiona un portafolio de casi US$500 millones para Artisan Funds. "Sólo que no está en los mismos lugares".
Lo que no cambió, afirman los inversionistas veteranos, es el riesgo. Y la volatilidad. Y la intriga diaria que viene con hacer una apuesta en cualquier casino donde uno no habla el idioma ni entiende las costumbres. Los mercados emergentes, después de todo, son la clase de lugar donde una bolsa puede caer 17% en un día, como lo hizo el Micex de Rusia un desafortunado martes en septiembre de 2008. De hecho, el fondo diversificado promedio de mercados emergentes cayó 54% en 2008, según Morningstar, una pérdida que fue 17 puntos porcentuales peor que la caída general del mercado de EE.UU. incluso durante lo peor de la Gran Recesión. La caída de una moneda, un descenso en los precios de los commodities o un cambio de gobierno pueden transformar la dinámica del mercado en segundo (como, por ejemplo, sucedió en Perú luego de la elección del nuevo gobierno en junio pasado, tras el cual las acciones mineras registraron caídas de dos dígitos).
De todos modos, los gerentes de mercados emergentes de alguna forma dejan de lado esos temores mientras recorren el mundo en busca del mismo objetivo escurridizo, El Dorado de las inversiones. Y sin embargo, un mundo nuevo y un orden nuevo han significado hacer cambios, repensar clases de activos y, sí, mover el dinero de los clientes. ¿Entonces dónde están los buscadores de tesoro más sofisticados por estos días? Nuestra guía para inversión de aventura ofrece algunas pistas.
DE EMERGENTE... A EMERGIDO
Sin dudas, han pasado muchas cosas en el mundo. Poco después de que el economista de Goldman Sachs Jim O'Neil acuñara el nombre BRIC hace una década, Brasil, Rusia, India y China despegaron de una forma que el mundo de la inversión apenas podía creer: pasaron de representar alrededor del 8% del PIB mundial en 2000 a tener una participación de aproximadamente 17% en 2010. Resulta que lo que hizo posible el crecimiento fue una confluencia de eventos destacables: desde regímenes comunistas que abrieron sus puertas a los grandes negocios a países pobres pero muy poblados que repentinamente entraron a la cadena económica mundial. Y con estas nuevas maravillas económicas llegó un auge sin precedentes en las bolsas de cada uno de esto países. En la primera década del milenio, la bolsa de Shangai, en China, creció más del doble; los mercados en Brasil e India se cuadruplicaron, y el principal índice bursátil de Rusia creció nueve veces.
Pero mientras las enormes economías de estos países casi sin dudas seguirán creciendo a buen ritmo, administradores veteranos afirman que las perspectivas de sus mercados bursátiles son más modestas. De hecho, acciones de buen desempeño en el bloque BRIC ya están experimentando una pausa, si no es un fin, en su bullicioso ascenso, y la mayoría de los analistas considera que es inevitable. "Es difícil comportarse como un mercado emergente cuando ya se ha emergido", afirma Negrete-Gruson de Artisan Funds.
Más allá de esta probable caída, los países BRIC sin embargo enfrentan un problema que llegó con el auge de la década pasada: se llama inflación. Según David Riedel, de RIedel Research, que sigue estos mercados desde hace décadas, los salarios crecientes en india y China están comenzando a afectar las ganancias de las empresas. Mayores costos laborales, de hecho, ya han llevado a una cantidad de empresas a trasladar los pedidos a fábricas, irónicamente, en sitios de manufactura aún más baratos, como Bangladesh y Vietnam.
Eso no quiere decir que no se puedan seguir encontrando oportunidades de inversión en los países BRIC. El veterano inversionista Robert Horrocks, director general de inversión de Matthews Asia, aún busca oportunidades en China, y sostiene que su clase media continuará gastando. Además, señala que los consumidores chinos comienzan a gastar en sectores como seguros, cobertura médica, educación y entretenimiento, categoría que según Horrocks crecerán.
MÁS ALLÁ DE LOS BRIC
Entonces, ¿adónde apuntan los inversionistas más allá de los BRIC? A un nuevo grupo de acrónimos, naturalmente. "Los inversionistas que se concentran sólo en un puñado de países pierden oportunidades", afirma un nombre legendario, Mobius, de 75 años, de Templeton. Y ahora mismo, esas oportunidades están en lugar que no es probable encontrar en un atlas tradicional de inversión. Por ejemplo, HSBC Asset Management se interesó en CIVETS, los mercados en vías de desarrollo de rápido crecimiento en Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica. Una división de Fidelity en con sede en Londres, en tanto, ha estado hablando con asesores sobre los países MINT —México, Indonesia, Nigeria y Turquía— que caracterizó en un informe reciente como con el potencial de ser "tan reconfortantes para los inversionistas durante los próximos 10 años como lo fueron los BRIC en los últimos 10".
Incluso O'Neil, el impulsor original de los BRIC, ha estado hablando cada vez más de una tierra llamada N-11, o los próximos 11. Estos países –incluidos algunos de los nombres mencionados en el párrafo anterior— tienen el potencial de ser las nuevas estrellas en el universo de los mercados emergentes, según Goldman Sachs. Y al menos una estadística sugiere que la migración de la nueva frontera ya ha comenzado: en 2006, 69% de los flujos de fondos de inversión hacia mercados emergentes se dirigió a países BRIC; para 2010, esa participación cayó a 53%.
BONOS GLOBALES
Por supuesto, para muchos buscadores de tesoro que recorren el mundo, el nuevo itinerario no sólo los lleva a regiones menos viajadas, también los lleva a rincones del mercado que les traen más malos recuerdos que buenos: deuda de mercados emergentes. Para quien haya vivido la crisis Tequila de 1994 (en la cual el peso mexicano colapsó), la crisis monetaria china que comenzó en 1997, y la crisis del rublo en Rusia y la cesación de pagos posterior, la idea de apostar a la deuda de algunos de estos países —y a la vez, a sus monedas— puede parecer una locura. Pero los gestores de fondos afirman que el panorama de deuda global se ha convertido en un espejo de lo que solía ser, y que algunos inversionistas temen por las crisis de deuda en Europa (e incluso EE.UU.) y buscan estabilidad en los mercados emergentes.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la carga de deuda del gobierno de EE.UU. en 2010 fue 92% de su PIB, mientras la deuda de Brasil fue de sólo 66%. ¿Y la de Chile? Un magro 9%. Según O'Neill, esto cambia el modelo para los inversionistas. En especial este es el caso de los inversionistas que buscan una alternativa a los bonos del gobierno de EE.UU. —por ejemplo, los bonos brasileños a 10 años en reales hace poco dieron un retorno de hasta 13%, contra un 2% de los bonos del Tesoro de EE.UU.— y comienzan a pensar en formas de reducir su exposición al dólar estadounidense.
Pero invertir en emisiones de bonos específicas en Brasil no es una tarea fácil para los inversionistas individuales. Los asesores afirman que la mejor forma de hacerlo es permitir que administradores de fondos con experiencia las elijan por usted. No es sorprendente que la industria de los fondos haya olido la oportunidad en esta área y haya lanzado una serie de nuevos fondos de bonos de mercados emergentes en los últimos años.
Aquí también hay peligro, advierten los administradores de dinero, y no sólo porque las inversiones hayan sido tan populares últimamente. Los bonos de mercados emergentes son más sensibles a presiones inflacionarias que aquellos en EE.UU. o Europa, porque los precios de los alimentos suelen ser un componente mayor de la inflación general en el mundo en vías de desarrollo, afirma el especialista del fondo de bonos de mercados emergentes T. Rowe Price, Chris Dillon.
Fuente: http://online.wsj.com/article/SB10001424052970203802204577064610362485338.html?mod=WSJS_inicio_MiddleSecond.
NOVEMBER 27, 2011, 4:24 P.M.
lunes, noviembre 28, 2011
WSJ: Las nuevas fronteras de inversión en los mercados emergentes
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