domingo, noviembre 27, 2011

Daniel Yergin y el petróleo en el siglo XXI

Por Simón Alberto Consalvi

En el colapso de la Unión Soviética, el petróleo dijo la última palabra
De esta historia monumental del petróleo, la política y el panorama de la energía en el mundo, Daniel Yergin dedica en The Quest capítulos a Rusia y China, la potencia que produce y la que consume y consumirá cada vez con mayor voracidad, que suscitan gran interés, y no dudo de que expertos y técnicos los lean con mejor comprensión y provecho. Sin abordar todavía el capítulo "El petro-Estado", dedicado a Venezuela, no se puede dejar de pensar en nuestro país mientras se recorren las páginas referidas a ciertas etapas de la historia petrolera de la Unión Soviética e, incluso, de la Federación Rusa, como podrá apreciarse.

Y también de la historia de China.

The Quest retrata uno de los momentos más singulares de la historia del siglo XX. Aquel 25 de diciembre de 1991, hace veinte años, en que Mijail Gorbachov se dirigió a su país para anunciarle que renunciaba a la Presidencia de la Unión Soviética, y la URSS dejaba de existir. "Tenemos en abundancia tierras, petróleo, gas y otros recursos naturales, considerable talento e inteligencia", dijo, y añadió: "Sin embargo, hemos estado viviendo en condiciones mucho peores comparadas con los pueblos de los países industrializados, y nos hemos quedado atrás". El discurso de Gorbachov duró doce minutos, se lee en The Quest. Y eso fue todo. "Después de siete décadas, el comunismo desapareció en la tierra en que había nacido".

En el colapso de la Unión Soviética el petróleo dijo la última palabra. En los sesenta retomó sus exportaciones petroleras, tuvo ganancias inesperadas a raíz de la Guerra de Octubre 1973 y del embargo árabe, y después por las secuelas de la revolución de Irán. Los ingresos petroleros financiaron su aparato militar y otras necesidades impostergables, pero al propio tiempo les permitieron suponer a los jerarcas del Kremlin que no era necesario emprender reformas en el régimen comunista. De esas necesidades impostergables, como anota Yergin, la importación de alimentos figuraba en lugar prioritario, porque la agricultura estatizada era improductiva y sólo la importación permitía evitar, incluso, las hambrunas.

Con los altos precios petroleros, la URSS ignoró que tenía pies de barro. Cuando Gorbachov quiso emprender las reformas (sin cambiar el sistema), la mala suerte lo esperaba a la vuelta de la esquina.

En 1986, un año después de su ascenso al poder, el exceso de oferta y la reducción de la demanda en el mercado petrolero echaron abajo los precios, no hubo divisas para importar alimentos y el jefe del Kremlin tuvo que enviarle al primer ministro británico John Mayor, jefe del G-7, en noviembre de 1991, un mensaje de tres palabras, que Yergin cita: "Querido John, ayúdanos".

Al colapso de la gran potencia lo siguió un caos en la explotación petrolera que The Quest analiza como quien arma un rompecabezas. Boris Yeltsin privatizó la industria, surgieron de la nada los "oligarcas" multimillonarios y Vladimir Putin puso orden y recuperó el control estatal, pero en asociaciones de diversa naturaleza con compañías multinacionales.

Esto le ha permitido a Rusia ser uno de los grandes exportadores, mientras que su economía diversificada ya no tiene que importar alimentos. Ni pedir socorro.

En la escena apareció de pronto un gigante con sed milenaria: China. Y un líder visionario llamado Deng Xiaoping, quien a finales de los noventa decidió que las compañías petroleras nacionales se abrieran al capital extranjero, e instruyó a sus gerentes para que colocaran acciones en la Bolsa de Nueva York. Dos décadas después, China no sólo abastecía el mercado interno, sino que se había convertido en exportador; pero entre 2000 y 2010 duplicó el consumo, y, calcula Yergin, alrededor de 2020 dejará atrás a Estados Unidos como primer consumidor.

La visión de China que ofrece The Quest es impresionante. La nación de 1.300 millones de habitantes se ha urbanizado en un 50/50; alrededor de 20 millones siguen esa tendencia cada año, y deben crearse 25 millones de nuevos empleos. Detengámonos en esta observación de Yergin: "La creciente e inesperada demanda de petróleo está generando ansiedad tanto en China como en el resto del mundo". Los chinos pensaron inicialmente que depender de las importaciones sería un desastre, pero con suma habilidad resolvieron internacionalizar sus empresas, mediante el diseño de una estrategia audaz que implicaba invertir fuera y participar directamente en el negocio.

Unos primeros pasos, quizás inadvertidos, los dio China en Canadá, Papúa-Nueva Guinea, Indonesia y Perú, en los noventa. Veinte años después, con una sagacidad sin precedentes, la política expansionista ya no deja lugar del mapa petrolero mundial donde el capital chino no se haya establecido.

África, América Latina, Rusia, repúblicas de la antigua URSS, Canadá, los chinos del petróleo están en todas partes, y Estados Unidos no es la excepción, allí China libró un duelo a muerte por la adquisición de Unocal.

Ni los ingleses en el siglo XIX ni los norteamericanos en el XX conquistaron el globo con tal celeridad.

Fuente: http://www.el-nacional.com/noticia/9597/23/Daniel-Yergin-y-el-petroleo-en-el-siglo-XXI-(III).html.
13-Nov 07:39 pm.

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